En Barcelona, un juez autoriza a un alumno a acudir al colegio sin mascarilla. Las columnas de la civilización se desmoronan. ¿Qué va a ser de nosotros?

Los laboratorios farmacéuticos ya venden vacunas infantiles. Con todo respeto, si los niños apenas sufren el Covid, ¿por qué puñetas hay que vacunar a los niños?

En Jaén, los municipales desalojan una discoteca porque se estaba bailando. A mí no me gustan las discotecas. Ahora bien, ¿las discotecas no estaban para bailar?

Una exministra de Sanidad francesa, Agnès Buzim, ha sido imputada por un tribunal francés. Tratándose de una ministra de Macron y funcionaria de la OMS no voy a sufrir pero me sorprende las razones por la que ha sido acusada: que no puso toda la carne en el asador para proteger a los franceses del Covid.

Ahora bien, en marzo de 2020 muchos gobiernos no tenían ni idea de lo que había que hacer. Recuerden al inefable Fernando Simón, cuando reconocía que si nos encerraron en la prisión del hogar era "porque no sabíamos que hacer".

Es decir, que yo hubiera imputado a la señora ministra por pasarse, en lugar de por quedarse corta.

Insisto: lo único que sabemos del virus es que sabemos bien poco. Pero que no se entere nadie, por favor.