Se acabaron las cuarentenas y los test masivos. Bien. El único problema es que la histeria estadística -y por tanto mendaz- puesta en marcha hace dos años ahora se vuelve contra nosotros. Estadísticas malas marcan tendencias equivocadas. Pues ahora esperen, que no serán malas pero serán otras. Como para comparar...

En cualquier caso, bienvenido sea el levantamiento de prohibiciones, confinamientos, cuarentenas y demás macanas, cuya eficacia está en solfa... como toda la terapia contra el Covid, que aún no sabemos ni contra qué estamos luchando.

Y ojo, que todavía falta la eliminación del liberticidio más importante: quitarnos el bozal, inequívoca señal de sometimiento y de servilismo. A lo mejor, en su día, se demuestra que la mascarilla no ha servido para otra cosa que para moldear una raza con orejas de soplillo.

Pero insisto en que tan grave como que, después de dos años, sigamos sin saber qué puñetas es el Covid.

Y la verdad continúa en las memes: que el Covid nos ha vuelto blandengues y quejicas. Observen esta viñeta sobre el cambio climático: el miedo a la muerte se ha convertido en modo de vida: Y el chiste es muy bueno: la necedad crece por momentos y a pasos agigantados.