El Corpus Christi fue el jueves 19 pero la fiesta, en muchos lugares de España, se traslada al domingo 22 de junio... lo que probablemente sea un error.

Hoy toca hablar de un comunicante de Hispanidad desde hace años. Se llama Jaime Fomperosa, del que hemos publicado varios envíos. Se trata de un cántabro cabezota, formidablemente cabezota, un cruzado que se ha empeñado en que la gente vuelva a lo que solía, a comulgar de rodillas y en la boca.

Como soy un intelectual inteligentísimo -sin duda una reiteración- durante mucho tiempo pensé que don Jaime era un poco pelma. A fin de cuentas, lo importante de la Eucaristía es el mismísimo Dios que se nos otorga como alimento y no como lo reciba el hombre. Pero, ante su insistencia, fui cambiando de opinión. Fomperosa no hablaba de un accidente sino de la esencia misma de la Eucaristía... y tenía toda la razón: lo importante es que en el pan consagrado esté el mismísimo Dios pero lo pertinente es que el hombre se comporte como hijo, y siervo, de Dios, que es. 

La Eucaristía estúpidos, la Eucaristía... que el resto vendrá por añadidura... incluso el sentido de la vida, que es lo que el hombre precisa para sobrevivir

La cruzada de Fomperosa se resume en aquellas palabras de san Juan de Ávila: "Trátalo bien, que es hijo de buen Padre".

Dicho de otra forma: si estuviéramos convencidos de que el Hijo de Dios está en el pan transustanciado, comulgaríamos de rodillas y en suspenso, sin permitir que el cuerpo de Cristo pase por nuestras manos.

Sí, lo relevante es la transustanciación, pero lo importante es que nos salvemos, que nos vayamos al Cielo, a Gondor, y para eso tenemos que creer en la transustanciación, Y es evidente, asegura Fomperosa, que si creemos que en la hostia consagrada se encuentra el mismísimo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, no lo cogeríamos en nuestra manos pringosas como si fuera una galleta Fontaneda.

Algo más: la Eucaristía es el anticipo del Cielo, de Gondor, vencedor de Mordor. La actual condición humana no es la definitiva pero mientras ésta llega, podemos eucaristizarnos.

En la Eucaristía la forma se vuelve fondo, la circunstancia, esencia, lo ordinario muda en extraordinario y la vida temporal se convierte en vida eterna.

La Eucaristía estúpidos, la Eucaristía... que el resto vendrá por añadidura... incluso el sentido de la vida, que es lo que el hombre precisa para sobrevivir.