Decíamos en Hispanidad que, con la alcaldesa Lori Lightfoot, la situación era tan grave en Chicago, que según algunos estudios, la violencia en algunos barrios de la ciudad ponía a los jóvenes en mayor riesgo que el que enfrentan las tropas estadounidenses en las zonas de guerra como Irak y Afganistán. De hecho, la lamentable gestión de Lightfoot le valió convertirse en el primer alcalde que no resulta reelegido en la ciudad de Chicago en cuatro décadas. 

Pues bien, con la llegada de su sucesor en el cargo, Brandon Johnson, miembro de la Junta de Comisionados del Condado de Cook y perteneciente al ala progresista del Partido Demócrata, las cosas no parecen haber mejorado en una ciudad en la que el número de asesinatos desde 2018 ha aumentado un 20%. En 2021 se produjeron 804 asesinatos, la mayor cifra en un cuarto de siglo.

Los robos de coches se han duplicado y otros tipos de robos han aumentado una cuarta parte en los últimos cinco años.

Johnson, antiguo profesor de Chicago y organizador sindical, afirmó que dotaría a la ciudad con 200 nuevos detectives y que reforzaría la responsabilidad policial.

A juzgar por escenas como esta, lo va a necesitar.