No conozco el caso, aunque me habían dicho que las Hermanas del Amor Misericordioso, conocidas en Madrid como las HAM, eran unas religiosas de rompe y rasga, fieles a Cristo y que, por tanto, contaban con muchas vocaciones. 

De repente, me encuentro con que el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, les ha intervenido. Esto me ha obligado a documentarme -penosísima tarea- sobre el asunto y resulta que no puedo estar de parte del obispo Cobo, sino de las HAM. Sobre todo, después de ver cómo han reaccionado esos medios tan progresistas que se preocupan tanto de la Iglesia y que ya hablan de la secta de las HAM. Sus insultos hacia esta congregación son una prueba inequívoca de que el señor cardenal Cobo se ha equivocado.. 

Temía que me hubiera pasado en mis presunciones y, como suele ocurrir cuando se trata de la justicia clerical... no me había pasado, sino que me había quedado corto. Fue entonces cuando leí este artículo, largo sí, pero cuando empiezas no puedes dejarlo, de Jesús García sobre la intervención de las HAM: terrible.

Y aún mejor que yo lo explicó Javier Paredes en Hispanidad. Pero, probablemente, lo que más me ha impresionado es el propio comunicado del arzobispado que comenta García,que incluye la alusión a los abusos espirituales perpetrados por las HAM. 

A ver si estamos entrando en una era en la que no hará falta que los rogelios persigan a los católicos: lo hará la propia Iglesia

Ya hablé de esto con motivo de la creación de la Oficina de Escucha y Sanación creada por el Opus Dei. Porque verán, el asunto del acoso espiritual se ha convertido en una de las mejores armas contra la evangelización, contra el sentido mismo de la Iglesia de Cristo. Su eficacia destructiva es realmente pavorosa. Su origen, realmente estúpido. Si se impone como categoría, resulta que sea la Obra o sean las HAM, todo aquel que evangelice, todo apóstol, estará cometiendo un abuso... "espiritual" y será perseguido dentro de la propia Iglesia y luego por la autoridad civil. Si no, al tiempo.

A ver si lo que ocurre es que estamos entrando en una era en la que no hará falta que los rogelios persigan a los católicos: lo hará la propia Iglesia.

Con las HAM, como con el profesor de Gaztelueta falsamente acusado de pederasta, la Iglesia como tribunal administrador de justicia ha resultado un fracaso. Siempre he dicho que no confío en la justicia humana, pero tampoco en la justicia humano-clerical: yo me reservo para la divina. A mí que me juzgue Dios, de Él sí que me fío y en Él confío. Mientras tanto, me atengo a la maldición gitana: Tengas juicios y los ganes.

Con las HAM, como con el profesor de Gaztelueta falsamente acusado de pederasta, la Iglesia  ha fracasado como tribunal. Siempre he dicho que no confío en la justicia humana, pero tampoco en la justicia humano-clerical: me reservo para la divina. A mí que me juzgue Dios, de Él sí que me fío y en él confío. Mientras tanto, tengas juicios y los ganes

Cuidado, que el proceso parece haber empezado. ¿Proceso sobre qué? Proceso para terminar con la Iglesia, por supuesto. Si no puede evangelizar, la Iglesia deja de tener sentido. Tranquilos, no ocurrirá. Recuerden la anécdota de Napoleón y el secretario de Estado vaticano, cardenal Consalvi. Cuando el emperador le amenazó con destruir a la Iglesia, nuestro clérigo respondió: “Imposible, excelencia, ni nosotros mismos lo hemos conseguido”.