Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Burkina Faso donde, recientemente, terroristas islamistas asesinaron a dos jóvenes cristianos y dieron a los cristianos de Débé, un pueblo del noroeste del país, un ultimátum de 72 horas para que abandonaran su aldea. «Nunca antes había sucedido algo así; hasta entonces, siempre se había expulsado a todo el pueblo y no sólo a los seguidores de una religión concreta», explicó Mons. Prosper Bonaventure Ky, obispo de la diócesis de Dédougou, informa ACN

Según el obispo, los terroristas islamistas de Débé habían prohibido todo contacto con la ciudad de Tougan, situada a 45 kilómetros de distancia, donde se encuentra una base el ejército burkinés. Sin embargo, con el comienzo del curso escolar, los niños de Débé tenían que ir a Tougan, ya que las escuelas del pueblo habían sido cerradas por los terroristas. Bajo la protección de un convoy militar, unos jóvenes los acompañaron hasta allí, pero a la vuelta dos de esos jóvenes -unos scouts de Débé-, regresaron solos intentando evitar los controles de los terroristas. Fueron descubiertos y detenidos por los grupos armados. «Los condujeron de vuelta a su pueblo y les ordenaron abrir la iglesia. Allí, uno de los jóvenes fue tiroteado delante del altar y el otro delante de la imagen de la Virgen», relata consternado el obispo.

obispo Ky de la diócesis de Dédougou (ACN)

Mons. Prosper Bonaventure Ky, obispo de la diócesis de Dédougou. (Foto de ACN)

Según el prelado, el motivo del asesinato de los jóvenes fue, en primer lugar, su desobediencia a las órdenes de los terroristas, que habían prohibido desplazarse a Tougan; y en segundo lugar, su pertenencia a los scouts, que habían proseguido con sus actividades en el pueblo a pesar de estar prohibido, lo que les daba la apariencia de ser cercanos a los Voluntarios para la Defensa de la Patria (Volontaires pour la défense de la patrie (VDP)). Estos últimos son un grupo creado por el Gobierno burkinés para apoyar al ejército y a la policía en la lucha contra los terroristas.

«Debido a la profanación de la iglesia, ocasionada por el asesinato de ambos jóvenes, la hemos cerrado y trasladado el Santísimo Sacramento a otro lugar hasta que se pudiera celebrarse una misa de desagravio», ha explicado el obispo. Al parecer, esta medida disgustó a los terroristas y las consecuencias no se hicieron esperar. El obispo Ky reproduce el testimonio de una mujer cristiana que ha huido de Débé: «Tres semanas después del asesinato de ambos jóvenes, unos hombres armados nos ordenaron que rezáramos en la iglesia aunque estaba profanada. Nosotros nos negamos, y ése fue el motivo de nuestra expulsión del pueblo».

Durante casi una década, Burkina Faso ha sido objeto de actos de terrorismo vinculados al yihadismo. Los atentados terroristas, que comenzaron en el norte del país y ahora son más frecuentes en unas regiones que en otras, afectan a todas las provincias del país. Según el obispo Ky, los terroristas, conocidos en Burkina Faso como Hommes Armés Non Identifiés (Hombres armados no identificados), ejercen una influencia decisiva en la vida cotidiana de los habitantes de algunos pueblos. Así, por ejemplo, obligan a los hombres a llevar pantalones largos hasta por encima de los tobillos y a las mujeres, a llevar vestidos largos y el velo. La población vive de acuerdo con las normas impuestas por los yihadistas por miedo a los castigos, entre los que está incluso la ejecución.

«Según hemos sabido, en distintos lugares las propiedades eclesiásticas han sufrido daños colaterales, y eso aumenta la gravedad de la situación

Nos vamos ahora a Myanmar, donde casi tres años después del golpe militar de febrero de 2021, los rebeldes han lanzado una gran ofensiva. Tras el reciente ataque coordinado, los combates también se han intensificado en otras áreas -incluida la región de Sagaing, así como los estados de Chin y Kayah-, ocasionando una extendida violencia y masivos desplazamientos.

Regina Lynch, presidenta ejecutiva de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), ha manifestado así su preocupación: «Hemos tenido noticias de fuertes ataques en varias diócesis. En los últimos días se ha producido una importante escalada de violencia y de desplazamientos, y, al mismo tiempo, un número creciente de apremiantes peticiones de oración nos han llegado desde este país.

A lo largo de los tres últimos años de guerra civil, la Iglesia ha permanecido al lado de los creyentes, que han sufrido la destrucción de numerosos lugares de culto y el desplazamiento de pueblos enteros. Esta nueva espiral de violencia nos insta con renovada urgencia a tener presentes a nuestros hermanos y hermanas de esa remota y a menudo olvidada parte del mundo».

Regina Lynch durante su visita a la Oficina Nacional de Brasil en Sao Paulo. (ACN)

Regina Lynch durante su visita a la Oficina Nacional de Brasil en Sao Paulo. (Foto de ACN)

«El sufrimiento ha alcanzado un punto crítico, llevando a un número cada vez mayor de civiles a buscar refugio en iglesias que consideran lugares seguros. Lamentablemente, también nos llegan noticias sobre incidentes angustiantes dentro de recintos sagrados; incluso hay iglesias que se han convertido en áreas de combate e instituciones religiosas que han sido evacuadas por la fuerza», afirma Lynch. «Según hemos sabido, en distintos lugares las propiedades eclesiásticas han sufrido daños colaterales, y eso aumenta la gravedad de la situación».

Ante una situación que sigue deteriorándose, los socios birmanos de ACN han hecho un llamamiento a la oración: «La situación es desesperada, por lo que pedimos humildemente a todo el mundo que rece por nosotros en estos tiempos difíciles», dice uno de los mensajes. «Por favor, no nos olvidemos de rezar por Myanmar. Entre los numerosos conflictos que asolan ahora mismo al mundo, el pueblo de Myanmar se siente solo con su sufrimiento, por lo que nuestra solidaridad es un faro de luz en la oscuridad en la que está sumido», concluye Regina Lynch.

A pesar de que la mayoría de los afectados son liberados, algunos han encontrado la muerte, “dejando a los católicos en constante temor

En Nigeria, también la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) publicó una información en la que aseguraba que el secuestro de sacerdotes y religiosos avanza a ritmo alarmante en 2023, lamentando que se ha convertido en un lucrativo negocio para los criminales. 

El reporte difundido el 13 de noviembre detalla que, a pesar de que la mayoría de los afectados son liberados, algunos han encontrado la muerte, “dejando a los católicos en constante temor”. 

Hasta el 13 de noviembre de 2023, ACN contabilizó 23 secuestros de sacerdotes, religiosos y seminaristas, una cifra ligeramente menor a la presentada en el informe de diciembre de 2022, que dio cuenta de 28 secuestros de agentes pastorales a lo largo de todo ese año. De los secuestrados, uno fue asesinado y los otros 22 fueron liberados. Resalta el caso del novicio benedictino Godwin Eze, secuestrado de su monasterio el 17 de octubre y posteriormente asesinado a tiros. 

Cristianos perseguidos en Nigeria (Foto ACN)

Cristianos perseguidos en Nigeria (Foto de ACN)

Además, dos sacerdotes y un seminarista han sido asesinados en otros contextos en lo que va de año. Según indica el reporte de ACN, el 2023 ya ha presenciado el asesinato de cuatro religiosos y sacerdotes, igualando la cifra del año anterior.

El inicio de 2023 estuvo marcado por un secuestro en la Diócesis de Ekiti. Además, el sacerdote Isaac Achi fue quemado vivo en la Diócesis de Minna, al norte del país, después de que unos delincuentes incendiaran la casa parroquial donde residía. El P. Collins, quien lo acompañaba, sufrió heridas de bala al intentar escapar, pero sobrevivió.