Día de la Constitución: la nación española ha perdido la fe cristiana. El resto de nuestros males vienen por añadidura. Sigamos la estela del ciego Bartimeo.... y de Castellani
Una vieja copla infantil española rezaba lo siguiente: “Jericó, Jericó, donde Jesús salió y no entró”.
Ese sabio argentino que fue el jesuita Leonardo Castellani explica la paradoja de esa forma: para un mismo hecho, acaecido en Jericó, la curación de la ceguera de Bartimeo, los tres evangelistas sinópticos (¡Ah, la ‘cuestión sinóptica’) ofrecen tres versiones distintas: Mateo dice que curó a dos ciegos, Marcos que curó a uno a la salida de Jericó y Lucas a uno, al entrar en Jericó... y los españoles se pitorrean según costumbre.
Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? No sólo hemos perdido la fe sino los cuatro pasos necesarios para conseguirla
Servidor considera definitiva la interpretación de Leonardo Castellani sobre el milagro de la curación de la ceguera de Bartimeo por parte de Cristo: podían ser dos ciegos o el uno protagonista y el otro secundario. Quizás un sólo ciego, pues hablaba en singular, vio a Jesús al entrar en la ciudad y ese mismo invidente le pidió a gritos su curación al salir, tras haber convertido al bueno de Zaqueo.
En cualquier caso, Bartimeo, o Bartimeo y su pareja, recorrió -y nos enseñó a recorrer- las cuatro fases de humildad que exige la fe en Cristo, lo que Castellani llama las cuatro cualidades del ‘acto de fe’, ese camino y esa concepción que parecen haber desaparecido de la faz de la tierra y que recuerda las palabras de Jesucristo que mejor define el siglo XXI: “Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8).
Como tantos españoles de 2023, la Constitución española de 1978 no es inmoral: es amoral. O sea, muchísimo peor
Cuatro fases, a saber: Bartimeo primero preguntó sumisamente; después averiguó diligentemente; después confesó paladinamente; después obró valientemente. Preguntó quién pasaba, luego se informó sobre quién era Jesús, luego gritó para llamar su atención sin que pudieran hacerle callar y finalmente pidió con confianza: “Señor, que vea”. Y Cristo le devolvió la vista.
Interesante descripción para quienes aseguran que no tienen fe porque no les ha sido dada... lo que contradice frontalmente, la advertencia de Cristo en otro momento de su peregrinaje terrenal: el que tenga fe se salvará y el que no la tenga “ya está juzgado”. Luego la fe no depende de que Dios la conceda sino de la iniciativa del hombre para solicitarla con las debidas condiciones. Esto es, con los cuatro pasos de Bartimeo: informarse, investigar, confesar y pedir humildemente. Y cuando se cumplen esos requisitos, Dios responde siempre, porque quien cumple las cuatro fases de Bartimeo, es decir, quien confía más en Dios que en su propio juicio humano, acaba por ver a Dios: crees lo que no ves para acabar viendo lo que crees.
Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? Y entonces, ¿de qué nos sirve la Constitución?
Y todo esto, ¿qué tiene que ver con la Constitución española de 1978? Nada y todo, porque son dos cosas muy distintas pero la apostasía, tirando a general, de los españoles del siglo XXI, que empezó en el XX, no es causa pero sí corre paralela a la Constitución que se otorgaron los españoles en el siglo XX.
En este Día de la Constitución será bueno recordar que la nación española ha perdido la fe cristiana: España ha dejado de ser católica o, al menos, lo es con una mayoría tibia y con la fidelidad a Cristo recluida en una minoría. El resto de nuestros males vienen por añadidura. Mejor seguir la estela del ciego Bartimeo.... y de Castellani.
Y más: cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? No sólo hemos perdido la fe sino los cuatro pasos necesarios para conseguirla. Es decir, que andamos despistados sobre el cómo volver a la fe. Cristo ha dejado de ser el objetivo de nuestras vidas y eso nos convierte en una nación despistada. Es decir, como tantos españoles de 2023, la Constitución española de 1978 no es inmoral: es amoral. O sea, muchísimo peor. Pero ojo, no por amorales somos menos culpables. Y así, cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? Y entonces, ¿de qué nos sirve o servirá, la Constitución de 1978? Será como un barco a la deriva o, por lo menos, un barco sin ancla.