El antihispanismo no es otra cosa que tratar de borrar el inmenso legado de España en América, un continente en el que, además de fundirse en un mestizaje humano con sus habitantes, llevó una civilización conformada por una religión -la cristiana- una lengua -el español o castellano- y una arquitectura jurídica y civil, con leyes, instituciones, acueductos, caminos, universidades, escuelas, hospitales...

Esto último lo ha ejemplificado muy bien el actor y productor mexicano Eduardo Verástegui en varias ocasiones: "Exigimos a España que nos pida perdón por haber construido universidades, hospitales, iglesias y por haberse mezclado con los pueblos originarios y hacerse hermanos de sangre".

El hispanista que mejor lo ha explicado ha sido Marcelo Gullo, como cuando le dijo a Evo Morales: “Usted es presidente porque España aplicó una política de mestizaje", y el expresidente boliviano "se quedó mudo”. 

Otro hispanista que también lo está explicando a las mil maravillas, con su obra cinematográfica, es José Luis López Linares, con sus cintas 'España, la primera globalización', o la más reciente 'Hispanoamérica, canto de vida y esperanza'. 

Como decíamos, hay un intento de acallar todo eso, en una especie de hispanofobia. Uno de los últimos ejemplos se ha producido en el estado de California, cuando el Gobierno demócrata ha derribado una estatua del fraile franciscano San Junípero Serra, de casi 8 metros de altura, junto a la autopista Interestatal 280.

San Junípero fue canonizado por el Papa Francisco en 2015 por su testimonio misionero en México y California. Nada menos que nueve misiones fundadas en la California española bajo su impulso misionero en el siglo XVIII . 

Por eso, a la Iglesia católica de California no le ha sentado nada bien el derribo. El arzobispo de San Francisco, monseñor Salvatore Cordileone, cuya arquidiócesis incluye numerosas misiones desarrolladas por San Junípero, ha declarado: «¿Por qué borrar a un hombre que protegió a las mismas personas a las que se le acusa de dañar?». «Si ya no podemos distinguir entre un héroe con defectos y un opresor, perdemos la capacidad de discernir la verdad histórica». «Esto no es un mero debate histórico». «Se trata de si la verdad aún importa en la vida pública o si la hemos entregado a la ideología».