Para la TV de Zapatero, Belén es la ciudad donde, según los cristianos, nació Jesús

Hemos perdido el sentido de la Navidad, pero los españoles sin recursos continúan acudiendo a las parroquias. Mientras, el primer Papa de los últimos tiempos pelea contra la mayor tiranía del mundo, China, con la fuerza de la gracia y la palabra.
La TV pública española, país donde el 77% de los ciudadanos se confiesan católicos, se ha pasado el día de Nochebuena especialmente a través de su canal 24 horas- insistiendo con la siguiente información. Ojo al dato: La ciudad donde según los cristianos nació Jesús. Es como si dijéramos: Roma, la ciudad donde, según los europeos, gobernó Julio César.

Históricamente, está mucho más documentado el nacimiento de Cristo en Belén que la gobernanza del amigo Julio en la Roma Imperial. Sin embargo, uno de esos encantadores bustos parlantes de la voz del régimen nos asegura que lo de Belén puede ser un mito.

Pero lo ilustrativo de las navidades de 2010 es que, a renglón seguido, la misma locutora nos introduce en un pertinente reportaje sobre los efectos de la crisis en Navidad Se nos informa de que muchas familias .y no inmigrantes, sino españolas- llenan las parroquias y los despachos parroquiales de Caritas para pedir ¡comida! La atención directa de los sacerdotes católicos a los hambrientos, al menos en Europa, había desaparecido 20 años atrás, pero la crisis ha obligado a deshacer lo andado. Ahora hay familias de clase media-baja que necesitan ayuda hasta para comer.

Al parecer, la progresía se pierde en sus contradicciones. Al parecer, cuando llega la necesidad, los pobres se atan al mito.   

La navidad de 2010 llega marcada por un grado de violencia máxima y de pensamiento mínimo. Los atentados de Roma del día 23 de diciembre eran propios de aficionados y han resultado menos dañinos que los islámicos, pero pueden resultar más peligrosos para el futuro. No son atentados orientales, del viejo oriente panteísmo -el islam no deja de ser una herejía panteísta del cristianismo- sino anarquistas, nihilistas, es decir, atentados procedentes del propio Occidente cristiano, del hastío que provoca el abandono de Cristo en el mundo libre. Los explosivos de Roma no son más la falta de sentido de la vida de un mundo cristiano que ha olvidado lo que se celebra cada Navidad: Cristo viene. Esto es, lo único que pueda dar sentido a una vida y Occidente anda buscando justamente eso: un sentido para su vida. Las bombas en Italia no son, como el terrorismo oriental, síntoma de fanatismo, sino muestra de nihilismo, de desesperanza. Aquí, en Occidente, se peca de omisión. Por de pronto, de omisión de vitalidad.

Estas navidades son, también, las de un anciano Benedicto XVI en lucha contra la mayor tiranía del mundo moderna, con China. La dictadura de Beijing supone hoy el mayor peligro para el mundo occidental.

No sé si Benedicto XVI, como aseguran los místicos del siglo XXI (palabra, existen muchos, pero son anónimos) es el primer Papa de los últimos tiempos. Yo así lo creo, pero eso no es importante. El cuándo nunca es relevante. Pero lo que está claro es que el imperio chino representa el mayor enemigo al que se ha enfrentado nunca el Cuerpo Místico de Cristo, por dos políticos que llevan su sello: la política de hijo único y la constitución de una Iglesia paralela: la Iglesia Patriótica China.

La política del hijo único obligatorio, que algunos, como el editor Ted Turner, el fundador del CNN; considera que debería implantarse en todo el mundo, representa la nota distintiva de ese odio a la especie humana que se oculta bajo la banderas del aborto y la contracepción. El drama ya no es el del aborto, sino el de una generación de hombres y mujeres que hasta en su fisiología, no digamos nada en su piscología, parecen incapaces de engendrar.

La segunda andanada de los chinos, ese pueblo apenas evangelizado, es su obsesión por crear una Iglesia paralela. No pretende el Gobierno de Pekín destruir a la Iglesia sino conquistarla, la divisa de los últimos tiempos. El episodio que acabamos de vivir, en el que la policía china,   ha secuestrado a los obispos fieles a Roma y les ha llevado por la fuerza, a votar como sucesor de los apóstoles a un obispo infiel a Roma, muéstralas intenciones de ese gran socio comercial de Occidente que es Pekín.

Benedicto XVI lucha, con la fuerza de la gracia y de la palabra, contra un imperio que, si bien es herencia del comunismo, está superando la aberración marxista del siglo XX.

Esta es la verdadera crisis a la que se enfrenta la Navidad del siglo XX. Y la batalla, como siempre, se saldará con la victoria de Cristo. Natural, Cristo viene.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com