El buque pesquero Vega V, con dos tripulantes españoles a bordo, camina hacia la costa somalí entre buques de guerra de la OTAN (2.000 militares, de ellos casi 400 españoles).

Saben que Occidente (es decir, la OTAN) no intervendrá porque ningún político europeo quiere asumir el riesgo político -para ellos, exclusivamente político- de fracasar en una operación de rescate. Ese miedo a perder el poder es lo que envalentona a los piratas, que a pesar de la gloriosa Operación Atalanta, han batido todos los récords en esta siniestra industria del secuestro: tienen retenidos 28 buques y 650 rehenes. Sus captores, para cerrar el círculo, operan a sus anchas como verdaderas mafias, perfectamente compatibles con el integrismo islámico, en un país sin Gobierno, convertido en un patio de monipodio, donde impera la ley de la selva.

¿Y por qué ha crecido tanto? Porque los piratas han descubierto que Occidente es cobarde y paga. Y aquellos gobiernos que, como Francia, intentaron romper el círculo vicioso y liberar a sus rehenes, han fallado, así que ahora, también paga.

¿Cómo romper este círculo vicioso? Pues no pagando, que es la única actitud moral. Cuando los piratas somalíes, o los fundamentalistas de Mali, sepan que Occidente no paga y encima ataca, dejarán de secuestrar.

Ahora bien, para poder calificar como moral los gobiernos no sólo deben negarse a pagar rescates sino que deben intentar liberar a sus rehenes, aún a riesgo de poner en peligro la vida de éstos y el prestigio de aquéllos.

Si les parece muy fuerte, recuerden que la era de los secuestros aéreos, en los años setenta y ochenta del pasado siglo, sólo terminó en los noventa cuando los gobiernos de Occidente se negaron a pagar rescates que, en aquellos momentos, no sólo implicaban dinero sino, por lo general, la liberación de terroristas encarcelados. Por cierto, en una de sus más vergonzantes y cobardes actuaciones, el Ejecutivo Zapatero, no sólo pagó a los captores de Albert Villalta y Roque Pascual sino que, además, presionó al Gobierno de Mali para que liberara a un terrorista de Al Qaeda, precisamente, el jefe del comando que les secuestró. Para reír, si no resultara tan trágico: un Gobierno democrático financiando y promoviendo el terrorismo del que son víctimas sus ciudadanos.

Por tanto, las fuerzas de la OTAN no deberían dejar paso libre a los piratas que han secuestrado el Vega V. Lo que deberían hacer es asaltar el buque y, ya de paso, librar a la treintena de buques capturados por los piratas, destruyendo su infraestructura en la costa somalí. Sí, ya sé que de esta forma puede morir gente. Sin embargo, si seguimos así, la gente muere o es esclavizada y encima, subvencionamos crímenes futuros.

Eulogio López

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