Algunos amigos del Opus Dei -uno tiene amigos en todos los sitios, y enemigos ni les cuento- aseguran que lo mejor es no hablar de Camino, la película sobre la madura niña Alexia, perpetrada por el pueril adulto Javier Fesser.

Como son gente ponderada, seguramente mis amigos tienen razón. Pero ocurre que mi ponderación y la de Atila siempre han seguido caminos gemelos. Yo no me deprimo, me cabreo, que es técnica peligrosa pero evita las onerosas visitas al psiquiatra. Así que aquí va el pliego de descargo donde una amiga de la familia describe el gran embuste.

Reitero lo que ya repetí en su día. El tuercebotas de Fesser tiene dos razones para su calumnia:

1. El mal no soporta la existencia del bien. Este sentimiento fue siempre conocido con el nombre de envidia, y provoca mucha mala leche.

2. El cobarde no soporta la existencia del valiente. El coraje de Alexia es un enigma para un cobarde como Fesser

Conste que no le estoy insultando, le estoy informando. Porque hay que ser muy cobarde para arremeter contra alguien que no se va a defender y cuya familia se conformará con aclarar la verdad sin querellarse ni arrearle un bastonazo a Javierito, porque tiene demasiada caridad -esto no es fe, es caridad- como para hacerlo, Por mucho menos que esta suplantación de personalidad, cualquier hombre público se habría querellado contra Fesser y le habría sacado hasta la camisa. ¡Pero qué valiente eres Javierito!  

Eulogio López 

eulogio@hispanidad.com