El expresidente Donald Trump ha sido imputado por un fiscal de Nueva York, presuntamente demócrata, para investigar si presuntamente sobornó a la presunta prostituta, perdón actriz porno, Stephanie Clifford, conocida como Stormy Daniels, con la que presuntamente mantuvo relaciones no presuntas, sino sexuales, hace 20 años.

La porno asegura, no que Trump la violentara, sino que le pagó para que guardara silencio sobre sus relaciones. Y las preguntas son dos:

1.¿Las prostitutas ya no son discretas?

2.Tras prestarse a la denuncia, ¿Stephanie ha devuelto a Trump el dinero del presunto soborno?

Trump salió de la Casa Blanca hace más de dos años y acaba de anunciar su candidatura a las Presidenciales de 2024. Y justamente ahora, cuando empieza su carrera, la fiscalía de la muy progre ciudad de Nueva York imputa a Trump y ya se prepara el numerito de la detención del expresidente. El matadero está preparado, con buenas cámaras de TV para recibir a la víctima propiciatoria.

El asunto resulta cachondeable pero también peligroso. El muy católico y senil Joe Biden se comporta, en beneficio propio, ciertamente, como el gran maestre del Nuevo Orden Mundial (NOM), cuyo lema podríamos resumir así "no importa lo que hagas, lo que importa es de parte de quién estás". Es decir, o con nosotros o contra nosotros.

El asunto tiene su gracia porque lo que no soporta el NOM de Donald Trump, no es su carácter atrabiliario y un tanto excéntrico sino sus sólidos principios cristianos. Entendámonos, Trump es un mal cristiano, pero aplica principios cristianos, entre otros el derecho a la vida.

Frente a él, está Yoyoyou' Biden, uno de los pocos católicos en llegar a la Presidencia de los Estados Unidos pero progre a más no poder. No nos engañemos: el gran enemigo del Nuevo Orden es la Iglesia católica pero, por eso mismo, la nueva masonería no acoge a nadie con más entusiasmo que a un católico reconvertido. O sea, a Biden.

Y respecto a Trump: un gobernante cristiano no es un señor muy pío, es un señor que aplica los valores cristianos en su gobernanza. Por ejemplo, un gobernante cristiano es un señor que combate al mayor enemigo social del cristianismo en el siglo XXI: la ideología de género y el nihilismo 'woke' en el que se basa.

Trump asegura que este escándalo se revolverá contra Joe Biden. Por de pronto, los líderes republicanos, incluso los directamente nefrentados a Trump, como Ted Cruz, su principal adversario, DeSantis  o incluso su exvicepresidente, ahora enfrentados, Mike Pence.  

En cualquier caso, la utilización de la justicia contra el enemigo político sí que puede provocar un enfrentamiento civil. Porque los gobiernos pasan, los parlamentos se renuevan, pero las decisiones de los tribunales son inapelables y los jueces no son elegidos en elecciones libres. Especialmente si, como sucede en este caso, resulta que el fiscal de Manhattan denuncia el gobernador de Florida Ron DeSantis, está ligado a George Soros, una de las claves del Nuevo Orden Mundial (NOM) y un personaje obsesionado con Donald Trump. 

Si Trump es apartado de la carrera presidencial por haber mantenido relaciones con prostitutas -algo muy feo- pero, sobre todo, por romper con el orden establecido, sencillamente habrá que someter el sistema democrático a revisión porque se habrá convertido en el peligroso gobierno de los jueces.