"Dios no existe, pero ojalá me equivoque". CNN en Español ha provocado una semblanza más que interesante de Pepe Mujica, muerto el pasado martes 13. El que fuera guerrillero marxista y luego presidente de Uruguay, malo como guerrillero y peor como presidente, era un hombre tranquilo pero, sobe todo, era un hombre en busca de la coherencia de vida. Es por esa coherencia de vida por lo que caía bien a casi todo el mundo.
Y es que, el ex presidente guerrillero de Uruguay fue un noble producto de la innoble teología de la liberación. Noble por coherencia, innoble porque la teología de la liberación ha resultado un cáncer para el mundo hispano, un matrimonio morganático entre política y religión que acabó en violencia y en injusticia por toda la América Hispana.
Por dos motivos: la justicia no se consigue mediante la violencia sino mediante la palabra. Segundo: si reduces a la Iglesia a una ONG acabarás en ateo incapaz de resolver la cuestión social. No arreglarás la Iglesia y estropearás el mundo.
Precisamente, tengo para mí que la incoherencia de la teología de la liberación fue la que llevó a Pepe Mujica a refugiarse en el ateísmo, que le parecía una postura desesperada pero más coherente que la de una teología progre, esa que considera que sólo de pan vive el hombre y que, por tanto, no proporciona al ser humano ni esperanza... ni tampoco pan.
Al final, Mujica introdujo en Uruguay el aborto. ¿Que otra cosa podía hacer si no creía en Dios? Pues barbaridades. Pero nunca le abandonó la náusea metafísica. Esperemos que ese reconcomio haya surtido efecto. A mí este tipo de personajes me recuerdan la famosa anécdota de Teresa de Ávila, cuando se quejaba a Dios de un conocido que se hacía suicidado tirándose desde un puente: "Teresa, entre el puente y el suelo, estaba yo".
Espero que un personaje coherente como él acabara por reconocer la existencia de Dios antes de morir, aunque, por su falta de fe, no pudiera disfrutar en vida del único consuelo que puede saciar el irrefrenable ansia de felicidad del ser humano: hablar con Dios.
Descanse en paz. Mejor: que, a partir de ahora, don José pueda vivir en paz tras descubrir que se equivocó: que Dios sí existe... y que estaba pendiente de él.