Israel asegura que ha atacado Irán porque los chiítas estaban a punto de obtener armamento nuclear. Precisamente ahora, en plenas negociaciones al respecto entre Teherán y Washington.

Tampoco me ha gustado la reacción de Donald Trump: yo no sabía nada pero que conste que los iraníes tendrán que negociar mejor. Y más: yo no he intervenido pero que conste que le puedo proporcionar armas a Israel, que sabe usarlas. Hombre, eso más que un diálogo con Irán parece un chantaje. 

Ahora bien, a día de hoy, Donald Trump es el único personaje de enjundia sobre el planeta tierra que parece buscar la paz: en Israel, en Ucrania y en Taiwán. Al menos, es el único que se sienta a negociar con Rusia, con China y con Irán. Por tanto, no entiendo el ataque de Israel contra Irán, justo en este momento.

Pero sí parece que ese proliferar de guerras en los cinco continentes, desarrolladas en medio de un curioso determinismo fatalista, donde la esperanza de paz es tan lejana que ni tan siquiera toma forma de proyecto, parece formar parte de un todo, donde el Nuevo Orden Mundial (NOM), cada día más satánico y que odia la humanidad, utiliza todos sus brazos para reducir la población. Recuerden esas crónicas que hablan de objetivos para reducir la humanidad de los actuales 7.500 millones de personas a 500. 

Eso se consigue con guerras masivas, reduciendo la fertilidad con una caída de la natalidad que está envejeciendo el planeta y, en resumen, reduciendo la vitalidad de las personas y de las sociedades. Estamos en ello. Y como vivimos en el siglo de la blasfemia contra el Espíritu Santo , pues hacemos, de la barbaridad, norma, a ser posible norma ética. 

Alguien se ha propuesto acaba con 7.000 millones de seres humanos: mejor hoy que mañana.