El diputado de Vox, Ignacio Gil Lázaro, pide al Gobierno que traiga a España a los cristianos afganos, que afrontan ahora el fanatismo musulmán de los talibanes
Tenía toda la razón Pablo Ferrer al poner en solfa la intervención de la impresentable ministra portavoz, Isabel Rodríguez, quien calificaba como un éxito del Gobierno de España la retirada de Afganistán, la operación que comenzara hace 20 años, tras el 11-S. La invasión de Afganistán no fue una mala idea en su origen pero ha terminado en un sonoro fracaso. Porque la injerencia humanitaria -la frase no es mía sino de San Juan Pablo II- es necesaria y positiva. Es verdad que en el caso afgano también había algo de legítima defensa, tras el atentado contra las torres gemelas pero justamente ahí estuvo el error. No bastaba con una operación de represalia contra las bases logísticas de Bin Laden: se trataba de que Afganistán dejara de ser un Estado gamberro que daba cobertura a asesinos terroristas en Occidente y, para ello, era necesario algo que jamás se planteó: cristianizar Afganistán.
Porque Anthony Blair, George Bush y José María Aznar (éste, bajo mínimos) tomaron una buena decisión al invadir Afganistán. Y la invasión la hicieron bien en 2001: a partir de ahí, nunca supieron qué hacer... ni George, ni Tony, ni Chemari.
Luego vino Irak 2004, operación distinta a Afganistán, y a la que el precitado Karol Wojtyla se opuso (no se opuso a la de Afganistán), que elevaría al siglo XXI, recién nacido, a la categoría homicida del siglo XX y amenaza con superarle. La izquierda europea lo vio mal y la izquierda española se comportó de forma especialmente miserable cuando, tras el atentado terrorista del 11-M, le echaron la culpa al PP y lograron así la victoria electoral del derrotado Zapatero, victoria del PSOE progresista... que hemos sufrido todos los españoles desde entonces.
La evangelización no necesita fuerzas especiales, necesita mártires. Lo primero puede ser necesario para empezar, no para continuar... que constituye el fracaso Estados Unidos en Kabul
Al menos, quede claro que en el 11-M de 2004 no mintió el PP: mintió el PSOE. El PP simplemente hizo el ridículo de siempre, producto de la eterna y permanente cobardía de la derecha española. En lugar de decirle a los españoles: mire usted si hemos sufrido este terrible atentado terrorista de Atocha por haber apoyado a Occidente contra el terrorismo en Afganistán, bienhallado sea el sufrimiento, porque a pesar del elevado coste en vidas humanas hemos hecho lo que teníamos que hacer: ponernos del lado del bien (lo de “el lado correcto de la historia” es una chorrada).
Ahora bien, la razón de fondo del fracaso de Occidente en Afganistán ya la advertimos en Hispanidad: Alá crea, Cristo ama. 20 años de presencia occidental en Kabul no han servido para cristianizar -o sea, civilizar- a los afganos, más que nada porque Occidente ha olvidado cómo se evangeliza... y porque Occidente mismo ya es tierra de misión.
La evangelización no necesita fuerzas especiales, necesita mártires. Los españoles impartimos una sublime lección de ello durante la conquista y evangelización de América, elevando a los indígenas a la condición de hijos de Dios (Codicilo de Isabel la Católica) y dando lugar a la raza hispana, ejemplo señero de respeto a los indígenas. ¿Acaso existe la raza anglo-india, o la raza franco-magrebí o la holandeso-indonesia?
La salida de Afganistán es cosa de Joe Biden, un presidente que une las dos condiciones nefastas: es malo y es tonto
En definitiva, la conquista de Afganistán por Estados Unidos, apoyada por Europa, tuvo razón de ser. Pero las victorias militares son relativamente fáciles, lo difícil es conquistar los corazones de la gente y eso solo se consigue evangelizando.
Encima, la salida de Afganistán ha sido con Joe Biden, un presidente de los Estados Unidos que une las dos condiciones nefastas: es malo y es tonto. Un católico abortista y un personaje senil, rescatado a última hora por el Nuevo Orden Mundial (NOM) para detener al mutante Donald Trump que amenazaba subvertir la subversión progre en Estados Unidos.
Una muestra de cordura en mitad de la locura: Vox pide al Gobierno que traiga a España a los cristianos afganos, que afrontan ahora el fanatismo musulmán de los talibanes... y que constituyen la esperanza de Afganistán
Al final, ha surgido una muestra de cordura en mitad de la locura: Vox pide al Gobierno que traiga a España a los cristianos afganos, que afrontan ahora el fanatismo musulmán de los talibanes. ¡Menos mal! Entre tanta polvareda se nos había perdido don Beltrán. Lo que ocurre en Afganistán es muy sencillo: los talibanes son musulmanes fanatizados que consideran que todo occidental, es decir, todo cristiano -aún sinónimos, si no en el momento presente, sí en origen- es un infiel al que no hay que convertir, sino al que hay que masacrar.
Por tanto, los principales perseguidos en Afganistán son los cristianos, ergo, son los primeros a los que habría que salvar. Entre otras cosas, porque constituyen la esperanza de Afganistán, menos mal que Vox se acuerda. ¡Bien por el diputado Gil Lázaro!