A Ignacio Sánchez Galán (75) le está sentando mal el fin de año. La Administración Trump, concretamente, el Departamento del Interior de EEUU, anunció el lunes la suspensión de todos los contratos de arrendamiento de parques eólicos marinos, incluidos los que ya están en construcción.

Por ejemplo, el parque Vineyard Wind 1, que Iberdrola está levantando frente a las costas de Massachusetts, junto a la danesa Copenhagen Infrastructure Partners (CIP). Hablamos de una inversión superior a los 2.700 millones de euros.

La medida es muy seria y no sólo por el impacto inmediato sobre el mencionado parque. El problema es más grande porque afecta a todo el plan estratégico de Iberdrola, presentado por todo lo alto en Londres, a finales del pasado mes de septiembre.

Resumiendo: de los 58.000 millones de inversión que Iberdrola pretende invertir hasta 2028, 16.000 millones son para Estados Unidos, el mercado en el que Sánchez Galán ha puesto gran parte de sus esfuerzos durante los últimos años para convertirlo en su mercado principal.

Ahora, sin embargo, la Administración Trump lo ha puesto todo patas arriba y la suspensión podría ir a más, ya que la decisión viene motivada por motivos de seguridad nacional.

De momento, la medida no ha tenido un impacto en bolsa e Iberdrola cotiza este martes con una subida del 0,5% frente a un Ibex cayendo ligeramente (-0,16%).

Me dirán que la cosa no es para tanto, pero lo cierto es que ha sucedido en el momento más delicado para la eléctrica, con la sucesión de Galán aún sin aclarar. Y la sucesión es clave, sobre todo en este caso particular, de una gobernanza cien por cien presidencialista.

Dicho de otra manera, a los inversores no les gusta la incertidumbre y que a estas alturas de la película, con el presidente ejecutivo camino de los 76, no se sepa si el sucesor será continuista o no. Son muchos miles de millones de euros los que están en juego. Por eso insistimos tanto en Hispanidad acerca de la sucesión del ingeniero salmantino. Por eso y porque ya tiene colocados dentro de la compañía a su hijo Nacho y a su yerno David Mesonero.

Por cierto, y volviendo al asunto Trump, el CEO de Iberdrola, Pedro Azagra, era el consejero delegado de la filial norteamericana Avangrid, y el responsable de la expansión de la eléctrica en EEUU. Ahora parece que la apuesta tan decidida por aquel mercado le ha salido rana.