La muy ecológica conferencia de Glasgow, la COP26, ha fracasado. El sentido común, un mineral cada día más escaso en el mundo de la alta política, se alegra por ello.

China e India demostraron su poder, Estados Unidos, su poquedad. Ambos fenómenos deben concluirse con el misma adverbio... afortunadamente. Francia, la Europa inteligente, y aprovechada, no lo olvidemos, aunque también afortunadamente en el presente caso, apuesta por la energía nuclear. España naturalmente, se apresura a cerrar nuestros siete reactores nucleares.

El credo ecologista nos condenaba a la caverna y a la esterilidad. No le gustan los humanos. Para ser más exactos, a la caverna por la mentira. Insisto en los dos mandamientos profanados por la COP26:

Lo malo es que China e India, que suman 2.800 millones de personas, son una tiranía comunista y, aún peor, una democracia panteísta

1.Lo importante no es el planeta, es el hombre. Desde una perspectiva cristiana, y desde el sentido común, sólo debemos cuidar el medio ambiente por dos razones: por gratitud al Creador y por dejarlo aprovechable para futuras generaciones de hombres. Al planeta, por sí mismo, que le vayan dando por donde amargan los pepinos y se rompen los cestos. Dios puede crear, y lo ha hecho, cientos de planetas habitables y el hombre puede sacarle rendimientos ilimitados a los planetas disponibles, empezando por el planeta tierra.

2. Si quiere conservar el planeta actúa en positivo: no te autolimites, sino que debes plantar árboles y reciclar residuos para no convertir el planeta en un estercolero. Pero en positivo, por favor.

Ahora bien, lo malo es que China e India, que suman 2.800 millones de personas, son una tiranía comunista y, aún peor, una democracia panteísta.

Mientras, el Nuevo Orden Mundial (NOM) del que la COP26 es una consecuencia, cuyo único fin es reducir el número de seres humanos e implantar una tiranía global por razones ecológicas y sanitarias, cuyo instrumento favorito es Naciones Unidas, no se dará por vencido. No lo duden: aunque haya fracasado en Glasgow sigue dominando y manipulando a todas las mentalidades dominadas por el miedo.

Antonio Guterres, profeta de desgracias, no ceja en su empeño de condenarnos a la esterilidad y a la caverna

Además, Antonio Guterres, profeta de desgracias, no ceja en su empeño de condenarnos a la caverna y la automutilación, La batalla no ha terminado, aunque reconozco que no podía prever que dos tiranías, China e India, las dos peores tiranías del mundo, comunista la una y. aún peor, panteísta la otra, fueran los detonantes del fracaso. Porque -¡Qué casualidad!-: en ambos sitios se persigue a los cristianos. Una persecución que, encima, se profiere sobre una colina de mentiras, una montaña de exageraciones y una cordillera de histerismo.

En cualquier caso, recuerden: el objetivo de la COP y de todo el paneismo ecologista, y del Nuevo Orden Mundial (NOM) no es otro que el de acabar con el hombre. En su esquema mental quien sobra es el ser humano... bueno, salvo la élite que dirige el NOM y la COP26. Esos no sobran y, además, aman mucho su pellejo.

En cualquier caso, el hedor elitista de todo lo ocurrido en Glasgow resulta nauseabundo.