Una semana más, el aborto vuelve a centrar la actualidad informativa en Estados Unidos. La semana pasada, denunciábamos en Hispanidad el acoso de los demócratas de Biden al Tribunal Supremo, tras haber filtrado el medio progresista Politico un borrador de sentencia del caso Dobbs contra Jackson Women's Health Organization, redactado por el magistrado del Tribunal Supremo Samuel Alito, del sector conservador, con la aparente mayoría de los magistrados a favor, por el que el fallo del Tribunal sería la eliminación de Roe contra Wade, suponiendo el fin de la protección legal del aborto en EEUU, tras casi medio siglo.

Como ya analizamos, no cabe duda que la filtración fue perpetrada por sectores progresistas del Tribunal Supremo, apoyados por la progresía mediática, para presionar a los magistrados del Tribunal.

Desde el principio, en lugar de respetar la independencia judicial y denunciar el escándalo que suponía la filtración, ya que las resoluciones del Tribunal Supremo de EEUU y sus deliberaciones internas son secretas y únicamente se conoce su parecer con la publicación de la sentencia tras la votación, los demócratas alentaron a sus bases a que acudieran a las puertas del Tribunal Supremo a presionar a los magistrados. El primero, el presidente Joe Biden quien en lugar de defender la integridad del Tribunal, se dedicó a insultar a sus magistrados, sugiriendo que son “extremistas de Donald Trump” y calificando como radical el fallo, en caso de confirmarse.

Ante la eventual derogación de Roe contra Wade, los demócratas han promovido un proyecto de ley para consagrar la sentencia que protege constitucionalmente el aborto como ley federal, pero una vez más, sus planes se han topado con el rechazo del Senado, donde los demócratas ostentan una ajustada mayoría, al existir empate a cincuenta senadores entre republicanos y demócratas,  gracias al voto de calidad de desempate de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en su condición de presidenta del Senado. Así, los demócratas necesitaban una mayoría de 60 senadores para aprobar el proyecto, pero únicamente alcanzaron 51 votos a favor, por 49 en contra. Siguiendo el guion previsto en otras votaciones, todos los demócratas votaron a favor del aborto junto con las dos senadoras republicanas progresistas, Susan Collins y Lisa Murkowski, y la totalidad de los republicanos votaron en contra, junto con el senador demócrata Joe Manchin, el último moderado en las filas demócratas, que una vez más, desafió la presión de su partido y de los grupos radicales progresistas y votó en contra.

Y en las calles, la situación ha ido a peor. Los radicales manifestantes instigados por la progresía mediática han trasladado el acoso a los propios domicilios de los magistrados conservadores de la Corte Suprema. En particular, un numeroso grupo de radicales marcharon hacia el domicilio del magistrado Samuel Alito, autor del borrador. Con posterioridad, protestaron también frente a las casas de los jueces Brett Kavanaugh y del presidente del Tribunal, John Roberts.

Los demócratas nuevamente se han puesto del lado de los violentos. El líder de la mayoría demócrata del Senado, Chuck Schumer, ha apoyado el acoso domiciliario de los magistrados señalando que “No tiene ningún problema con que se proteste frente a las casas de los magistrados del Tribunal Supremo”.

La congresista demócrata y musulmana, Ilhan Omar, referente del sector antisistema del partido, preguntada acerca de si debían ser procesados los manifestantes por violar la normativa federal, justificó las protestas y el acoso de los magistrados señalando que el “Tribunal Supremo dictaminó que está protegido por la primera enmienda el derecho a protestar en cualquier lugar”.

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata y católica progresista, Nancy Pelosi, afirmó que “en la semana del día de la madre, el Tribunal Supremo ha abofeteado a las mujeres en la cara”.

En contraposición, Glenn Youngkin, el gobernador republicano de Virginia, Estado en el que residen algunos de los magistrados del Tribunal Supremo acosados, ha exigido al Fiscal General Merrick Garland que aplique la ley e impida la intimidación a los jueces del Supremo.

Otros legisladores demócratas han apostado por el señalamiento directo y personal de los magistrados. Así, el congresista afroamericano demócrata por Nueva York, Hakeem Jeffries, ha insultado al magistrado del Tribunal Supremo Clarence Thomas, llamándole hater (“odiador”) y le ha acusado de odiar los derechos reproductivos, los derechos civiles, los derechos de las mujeres y los derechos de igualdad matrimonial.

El sectarismo demócrata no tiene límites, e incluso han llegado a defender que el aborto es bueno para la economía. Así, la secretaria del Tesoro de la Administración Biden, Janet Yellen, ha afirmado ante el Comité Bancario del Senado que “eliminar el acceso al aborto sería dañino para la economía estadounidense”. Yellen justificó su afirmación en que la eliminación de Roe contra Wade “impediría que algunas mujeres pudieran completar su educación y reducir su potencial en el mercado laboral” y  en que “denegar el acceso al aborto a las mujeres, aumenta sus posibilidades de vivir en la pobreza”. La responsable de economía de la Administración Biden fue contestada por el senador republicano afroamericano por Carolina del Sur, Tim Scott, quien señaló “Soy sencillamente un tipo criado por una mujer negra en la más absoluta pobreza, y estoy agradecido por poder estar aquí y ser senador de los Estados Unidos”insinuando que según el razonamiento de Yellen, él tendría que haber sido abortado.

Y en la cúspide del fanatismo rabioso, algunos líderes demócratas han apostado por incitar a la violencia física. Es el caso de la alcaldesa demócrata de Chicago, Lori Lightfoot, la primera regidora afroamericana y lesbiana de la historia de la ciudad, quien ha llamado a tomar las armas tras conocerse el borrador del Supremo, mediante el siguiente tweet: “A mis amigos de la comunidad LGTBI, la Corte Suprema viene ahora a por nosotros. Este momento tiene que ser una llamada a las armas”. Y no contenta con eso, afirmó que su ciudad, Chicago, “será un oasis del aborto si se deroga Roe vs Wade”, “un refugio seguro” y una “isla para los derechos reproductivos en el Medio Oeste”.

Ante el acoso directo a sus compañeros y el ataque personal de algunos legisladores demócratas, algunos magistrados del Alto Tribunal están mostrando una firmeza encomiable. Así, el magistrado conservador y afroamericano Clarence Thomas, el más veterano en la Corte Suprema, dado que forma parte de la misma desde 1991 manifestó, en referencia a las presiones de los demócratas y grupos progresistas que “Somos una institución que no puede ser intimidada para darles los resultados que quieren”.

Seguimos advirtiendo, los progresistas harán lo que sea por evitar el fin de Roe contra Wade.