Cuando los obispos vendieron el Diario YA (Editorial Católica) al grupo El Correo (ahora Vocento), su nuevo director y hombre fuerte del conglomerado vasco en aquel momento, Miguel Larrea, concedió una entrevista al diario El País (le encantaba salir en El País) y pronunció la frase mítica: El YA ha dejado de ser un diario católico.

¡Cuánta emoción! Emoción laica. Naturalmente, la de Larrea por pronunciar una frase de corte azañista en El País. Pero mayor fue la de Luis María Ansón, entonces en el puente de mando de ABC (hoy, cosas de la vida, también en manos de El Correo). Un día después de las declaraciones de Larrea, Ansón entró como una flecha en el Consejo de Redacción de ABC y planteó este programa de actividades (no es textual, pero casi): A partir de mañana la religión se convierte en sección permanente de ABC, hay que regalar periódicos en parroquias y colegios religiosos, vamos a fichar a un par de columnistas con tirón entre los creyentes, etc, etc.

Pocos años después, cuando las muy cristianas familias Ybarra y Bergareche se habían quedado con las perlas de Edica (por ejemplo, diarios cabeceras en regiones como Extremadura, Murcia o en la provincia de Málaga), y después de haberle sacado al YA todo su patrimonio, por ejemplo el inmueble de la madrileña calle Mateo Inurria, decidieron malvenderlo y que otro lo cerrara. El ABC, por el contrario, antepuso su identidad cristiana a la monárquica e incluso a la liberal (¡Qué tiempos!).

En definitiva, no sé si Ansón es más cristiano que Larrea, pero, sin duda, es mucho más listo. No sé si era una cuestión ideológica, pero era una cuestión de marketing.

Pues bien, ahora estamos en las mismas en España. Hay un votante cristiano en busca de un partido que coincida con sus principios, o al menos que no le arree patadas en los higadillos. Hay un lector cristiano, y un televidente, a la búsqueda de medios informativos que, al menos, no le insulten. Si me fuerzan, hay hasta clientes a la búsqueda de empresas, cuya reputación corporativa no tenga nada que ver con el putiferio del cuerpo.

Y si existe esa demanda, ¿por qué no surge la oferta? Pues no surge porque no se identifica como tal, con tantos periodistas, intelectuales, políticos y empresarios católicos, intentado no alejarse de lo políticamente correcto. A lo mejor, Luis María Ansón sabe cómo buscar el camino, cómo presentar el producto.

Se necesita eso y luego que alguien, por ejemplo la Jerarquía, delimite las fronteras del Cristianismo en la vida pública y no tenga miedo a definirse.

En España, no tenemos a seis personajes en busca de autor; aquí tenemos a un pueblo cristiano en busca de vertebración para hacer oír su voz en el foro público. Es un problema interno.

Eulogio López