En el Congreso de los diputados sus señorías pueden hablar en español, catalán, gallego y vascuence gracias al PSOE, como parte de los pagos de Sánchez a Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG y CC para estar en el poder. 

El absurdo no acabó ahí. Además se instaló un sistema de traductores y pinganillos para que los diputados, todos ellos castellanoparlantes, pudieran entenderse, con su respectivo coste, pagado por todos los españoles. Y para rematar la jugada, la traducción de esos pinganillos es en español. Pese al ridículo que todo ello supone, Sánchez, cómo no, lo ha vendido como algo histórico, democrático y progresista, pero encima ha criticado al PP porque, por culpa de su mayoría absoluta en el Senado, la Cámara Alta no puede disfrutar de una medida de tal calado. Fue ayer en el Senado, y la cara y el tono de preocupación de Sánchez no tiene desperdicio.