La ministra portavoz del Gobierno Sánchez, doña Isabel Rodríguez, calificó como un éxito -personal, supongo- el acuerdo de la comisión bilateral entre España y Cataluña. Horas de reunión de la que los catalanes consiguieron que el resto de los españoles menos la cuota catalana invirtieran 1.700 millones de euros en la ampliación del aeropuerto del Prat. No dieron la gracias naturalmente y además ya dejaron claro que era sólo la primera de sus exigencias. Naturalmente, sus ansias separatistas no se han reducido ni un ápice, es más, el nacionalismo catalán pretende ampliar sus reclamaciones a Valencia y Baleares.

Sánchez incurre en el mismo error de Rajoy en 2012: dinero para comprar la lealtad del nacionalismo catalán. Aquello acabó en el desastre de 2017

He leído un artículo con un argumento definitivo. El autor es Félix Ovejero, a quien no tengo el gusto de conocer, en El Mundo, y aseguraba que “si Cataluña es una nación porque así lo creen muchos catalanes, la nación catalana apenas tiene un par de décadas de existencia”. Brillante. Ponía el énfasis en los sentimientos. El independentismo es un sentimiento, claman los separatistas, y los sentimiento hay que respetarlos. Cierto, pero hay que respetarlos menos que a las convicciones y menos que a los  principios. El hombre es un ser racional antes que sentimental, entre otras cosas porque los sentimientos van y vienen, son mudables y volubles, mientras las convicciones se supone que resultan más firmes. ¿Que la mitad de los catalanes se sienten independentistas? Respetémoslo pero conscientes de que ‘sólo’ es un sentimiento.

Recuerden aquellas brillantes declaraciones de Sandro Rosell: si hay un referéndum por la independencia yo votaría sí. Si gana el sí al día siguiente salgo corriendo de Barcelona.

Total que doña Isabel Rodríguez, una verdadera entusiasta de la mentira y del autoengaño, asegura que ha sido un éxito donar a los catalanes 1.700 millones de euros para el sistema aeroportuario catalán. Los catalanes ha dicho que muy bien, que harán el favor de coger esos 1.700 kilos de pavos pero que no tienen nada que agradecer y sí más dinero que pedir.

¿Cuál es la solución para el “problema catalán”? No hacer nada. En tal caso, oponer al separatismo un mayor centralismo… que resultaría más eficaz y mejor, para españoles y catalanes

¿Cuál es la solución para el “problema catalán”? No hacer nada. En tal caso, oponer al separatismo un mayor centralismo… que resultaría más eficaz y mejor para españoles y para catalanes.

En definitiva, Sánchez incurre en el mismo error del Rajoy de 2012: dinero para comprar la lealtad del nacionalismo catalán. Aquello acabó en el desastre de 2017.

Con dinero no se conquista al independentismo catalán: cogerá el dinero, exigirá más dinero y, además, la rendición absoluta. Y tampoco se conquista al catalán no independentista, que lo que quiere del Gobierno español, y del resto de España, es respaldo ante la hostilidad de la que vive rodeado, no dinero del que sólo se beneficiará de forma indirecta.

A todo esto, ¿cuál es la solución general para el “problema catalán”? No hacer nada. En tal caso, oponer al separatismo un mayor centralismo… que resultaría más eficaz y mejor para españoles y catalanes.

Y ojo, porque la siguiente fase ya está aquí: el separatismo catalán ya no sólo reivindica la independencia de Cataluña sino la anexión de Valencia y Baleares, con la socialista Francina Armengol como socia: ¡Eres grande, Pedro!