En un solo trimestre, la deuda pública en el mundo ha aumentado en 8 billones de euros, es decir unos seis veces el PIB español de un año. La deuda se ha convertido en un monstruo, instrumento de una generación degenerada de políticos irresponsables que endeudan a los hijos para mantenerse en el poder con los padres mañana y para mantenerse en el poder hoy. Toda la economía mundial se ha convertido en una enorme deuda. 

Y si el volumen de deuda se dispara en el mundo esto sólo tiene un significado inequívoco: que el Estado del Bienestar toca a su fin. Ha llegado el momento de que el sector público se apriete el cinturón.

La crisis de deuda está a punto de explosionar. Así, ¿un país fuerte podría tener problemas para pagar su deuda? Y sólo hay dos salidas a este encrucijada: más impuestos o menos gasto. El primero es locura, al menos en Occidente. El segundo ya sabe lo que significa: debemos pasar de la demagógica y derrochadora solidaridad pública a la mucha más eficiente solidaridad privada. Lo cual no deja de suponer una posibilidad... porque la generosidad, base de la solidaridad, o es privada o no es. Pero no lo duden; la crisis que viene es crisis de deuda… que exigirá reducir la deuda pública. La privada ya la reducen empresas y familias… por la cuenta que les trae.