
El numerito del jueves en Turquía no sólo consistió en el jueguecito del Kremlin sino en contemplar al fanático fundamentalista Recep Erdogan como el amigo de Zelenski
Donald Trump puede echarse el farol de que hasta que no hablen personalmente él y Putin no habrá paz en Ucrania. Pero se trata de un farol para ocultar su bochorno. Si no, ¿por qué no lo has hecho ya, Donald?
Lo cierto es que las conversaciones de paz en Turquía fueron programadas y defendidas por Vladimir Putin… Acudió Zelenski y no acudió Vladimir. Ahora bien, que Trump fracase en su intento de atraerse a Putin hacia la civilización cristiana-occidental, sólo puede alegrar a los estúpidos mandatarios europeos de Bruselas. Porque la III guerra mundial abierta puede depender de eso: de que Rusia no vuelva al lugar del que nunca debió salir: del Occidente cristiano.
Además, el numerito del jueves en Turquía no sólo consistió en el jueguecito del Kremlin sino en contemplar al fanático fundamentalista Recep Erdogan como el amigo de Zelenski, es decir, del mundo libre, como mediador entre dos países occidentales en conflicto, Ucrania y Rusia... como para vomitar.