Recuerden cuando el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, convocó una rueda de prensa, con media hora de antelación, para taponar la vía de agua que se había abierto con el espionaje a más de 50 cargos políticos catalanes, casi todos ellos tirando a independentistas. El Ejecutivo pasaba de verdugo a víctima porque don Félix confesaba que habían sido espiados los móviles, nada menos, que del presidente del Gobierno, la ministra de Defensa y el ministro del Interior. 

Al mismo tiempo se filtraba que Marruecos podía estar detrás de tales espionajes, tesis que no duró mucho, dado que la pregunta se hizo evidente: ¿para qué quiere Mohamed espíar a los políticos catalanes? De postre, don Félix acusó a Margarita Robles, titular de Defensa y rectora del CNI de ser la responsable. ¡Pues menuda mala uva tiene Margarita! Respondió de inmediato y el inefable Félix comentó aquello de que el Gobierno es un órgano colegiado y la responsabilidad corresponde a todos, todas y todes los ministros y ministras.

Conclusión: se buscó como cabeza de turco a la directora del CNI, Paz Esteban, quien, por cierto, demostró en el parlamento las órdenes judiciales por las que se permitía grabar a los políticos catalanes espiados. 

Parecía que con el cese de Paz Esteban la Generalitat se quedaba tranquila y esta misma semana se ha demostrado que no era así: la Generalitat llevará a la ya exdirectora del CNI a los tribunales.

Daba la impresión de que se había salvado la situación, aunque en la oposición sospechan que las escuchas al presidente son de mentira. Ahora bien, resulta que don Félix ha vuelto a meter la pata ante el juez el pasado miércoles 6, atribuyendo, de nuevo, la responsabilidad sobre la seguridad de los móviles al CNI y al ministerio de Defensa.

Y, miren por donde, doña Margarita se ha vuelto a cabrear. Tras la cumbre de la OTAN, la polémica con Podemos por el incremento del gasto en armamento, si de alguien no puede prescindir Pedro Sánchez es, precisamente, de Robles. De Bolaños sí que podría prescindir en cualquier momento, pero no nos engañemos: a Pedro Sánchez le encanta que le hagan la pelota. Y ese papel no hay nadie, en todo el Ejecutivo, que lo haga con tanto arte como don Félix Bolaños García.