“Para evitar los errores en los cuales está la fuente y la cabeza de todas las miserias de nuestro tiempo, es preciso permanecer fieles, hoy más que nunca, a las doctrinas de Santo Tomás” (1225-1274). Y esto no lo digo yo, sino que lo he tomado de la encíclica Studiorum ducem (29-VI-1929) -Guía de los estudios- del papa Pío XI (1922-1939). Por cierto, Achille Ratti, que era como así se llamaba este papa antes de ocupar la sede de Roma, estaba en posesión de un expediente académico impresionante, debido a su intenso trabajo y a sus excepcionales condiciones intelectuales. Solo un dato: se ordenó de presbítero en 1879, y en los tres años siguientes supo compaginar sus quehaceres sacerdotales para conseguir tres doctorados: el de Teología (13-III-1882) en la Academia de Santo Tomás de Aquino, el de Derecho Canónico (9-VI-1882) en la Universidad Gregoriana y el de Filosofía (28-VI-1882) en la Universidad estatal de La Sapientia.
Cuando Pío XI escribió Studiorum ducem, la Iglesia comenzaba a estar afectada por el modernismo, que desde entonces no ha cesado de propagar hasta el día de hoy su letalidad religiosa. Su antecesor, el papa San Pío X (1903-1914), denunció los objetivos de los modernistas mediante el decreto Lamentabili (3-VII-1907), expuso de un modo organizado la doctrina del modernismo y la condenó en la encíclica Pascendi (8-IX-1907) y estableció toda una serie de medidas disciplinares en varios documentos, el más importante de todos fue el motu proprioSacrorum Antistitum (1-IX-1910).
El radicalismo religioso, inmanentista, individualista y subjetivo de los modernistas, que vaciaba completamente de sentido a la Iglesia, fue condenado por San Pío X, por ser el modernismo -según se lee en la Pascendi- la suma de todas las herejías con capacidad para destruir no solo la religión católica, sino cualquier sentido religioso, por cuanto los presupuestos del modernismo cimentan, en definitiva, el ateísmo. En resumen, el modernismo propone edificar la Iglesia sobre el pecado contra el Espíritu Santo. Y a los que minimizan la gravedad del modernismo con lo de nuestra época es como todas, porque en todos los tiempos hubo herejías en la Iglesia, les recuerdo esa ley de las Matemáticas que aprendimos de pequeños en la escuela: la suma siempre es mayor que cualquiera de los sumandos.
Cuando Pío XI escribió Studiorum ducem, la Iglesia comenzaba a estar afectada por el modernismo, que desde entonces no ha cesado de propagar hasta el día de hoy su letalidad religiosa
En un párrafo posterior a la afirmación de Pío XI en que proclamaba las doctrinas de Santo Tomás como el remedio contra “la fuente y cabeza de todas las miserias”, a estas les pone nombre. Y por aquello de que a grandes males, grandes remedios, el sumo pontífice escribe lo siguiente: “Contra lo que comúnmente se jacta, la libertad de la razón humana liberada de Dios, la nuestra afirma los derechos de la Verdad primera y la autoridad del Señor supremo sobre nosotros. De ahí que parezca que hay razones suficientes para que los modernistas no teman a ningún Doctor de la Iglesia tanto como a Tomás de Aquino”.
Eudaldo Forment, el mejor especialista en Santo Tomás de Aquino que tenemos en España, acaba de publicar un libro importante, que se titula Compendio de filosofía tomista, en cuyo prólogo ha escrito lo siguiente:
“El tomismo siempre es actual, pero en los momentos difíciles lo es más que nunca. Con el término «actual», no quiere decirse que Santo Tomás esté de moda en el mundo académico, en el universitario, en el cultural, en los medios de comunicación, ni tampoco, como parecería natural, en el mundo cristiano. Hoy en día, a diferencia de otras épocas en que había hostilidad contra su pensamiento, se habla muy poco, por no decir nada de Santo Tomás. Con la palabra «actual» quiere decirse que lo es, porque lo necesita nuestro mundo escéptico y hasta inhumano. Es significativo que en la filosofía de hoy, en general, ya no se habla de humanismo ateo, pero tampoco de humanismo cristiano”.
Este Compendio de filosofía tomista está llamado a tener una gran utilidad, semejante a la tuvo en su día, y la sigue teniendo, ese gran pequeño libro de Rafael Gambra, titulado Historia sencilla de la Filosofía, un libro de bolsillo de poco más de trescientas páginas. Con sinceridad, hay que reconocer que la inmensa mayoría no estudiamos la Historia de la Filosofía en esas ediciones de tantos tomos, que es necesario llevarlos en carretilla ¡Cuántos de nosotros se lo debemos todo a Gambra! Pues esto es lo que ha hecho Eudaldo Forment: resumir el Tomismo en 290 páginas.
El modernismo propone edificar la Iglesia sobre el pecado contra el Espíritu Santo
Y además de resumirla ha puesto el Tomismo, sin rebajarlo ni adulterarlo, al alcance de todos los bolsillos, basta con tener un bachiller para entender lo que en este libro se dice, como indica la portada del libro. Se lo explico.
La ilustración de la tapa del libro quita la precaución para leer este libro, por temor a no entenderlo. El dibujo es una genialidad de Tina Walls, que es capaz de bajar a tierra los hechos más sublimes del cielo, porque lo que representa la ilustración es uno de los éxtasis más importantes que tuvo San Tomás.
Toda la vida del Doctor Angélico estuvo atravesada de muchos hechos sobrenaturales extraordinarios. En la breve biografía del Aquinate que Eudaldo Forment escribe al final de libro, afirma que “hay suficientes indicios para pensar que la experiencia mística extraordinaria, que vivió santo Tomás, fue idéntica a las excepcionales y únicas de Moisés y san Pablo.
Fray Reginaldo, por ejemplo, testificó que una noche, estando en la capilla de san Nicolás del convento dominico napolitano donde oraba, se pudo oír una voz que procedía del crucifijo, y que decía:
-“Tomás has escrito bien de Mí; ¿Qué recompensa quieres?”. - A lo que replicó fray Tomás:
-“Señor, no otra sino a Ti”.
Así es que, en lugar de utilizar para la tapa del libro el retrato de Santo Tomás en el que le pintaron tan serio, Tina Walls nos lo acerca rubio, como así era, y sonriente, con un perrito a sus pies que es tan simpático como el rosto de Santo Tomás. Y, por supuesto, no podían faltar los pollitos amarillos que siempre incluye Tina Walls en sus ilustraciones, pues representan a los hombres. Uno de los pollitos se acurruca en la espalda de Santo Tomás, otro corto de vista utiliza gafas para estudiar la Suma debajo de la mesa y el más atrevido de los tres se empeña en aliviar el dolor de Jesús y trata de quitarle el clavo de su mano derecha.
Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá