Jinping, Pelosi y Biden
Si alguien quería saber lo que sería una potencia colonial, que antes era colonia, ya tiene el ejemplo a la vista: eso es la actual china comunista. Ríanse del genocidio inglés en Estados Unidos -encima les están agradecidos y no les montan una leyenda negra, como a España-: no es nada comparado lo de los chinos con el Tibet, los musulmanes uigures de la región de Sinkiang, Hong Kong o Taiwán.
Lo de Formosa demuestra hasta dónde puede llegar una tiranía comunista bajo la ambivalente consigna de "un país, dos sistemas": tiranía política socialista y monopolio económico capitalista. En castellano viejo: lo peor de cada casa.
Dicho de otra forma: la imbecilidad de Nancy Pelosi ha disparado el nacionalismo ateo chino: la gran China convertida en un dios al que adorar.
Y es que Pelosi es católica abortera, un espécimen curioso, que no responde a las notas distintivas de su especie. Es decir, es más tonta que un obrero de derechas e incluso que un hombre feminista. La presidenta del Congreso norteamericano une a su soberbia infinita una insensatez inigualable. Con su famosa escala aérea, no sólo ha despertado el nacionalismo chino sino que el belicismo de una cultura que como no conoce a Cristo tampoco entiende de clemencia ni de misericordia.
Si el asunto se desmanda, y se está desmandando, ¿qué hará el senil Yayoyou? ¿Apretar el botón rojo?
La juventud china adora a su nuevo ídolo, se apunta al ejército y naturalmente, exige a Xi Jinping -que como es viejo ama en demasía su propio pellejo- que invada a la provincia rebelde de Formosa. Como tantas veces ha ocurrido en la historia, el pueblo, ahora el pueblo chino, se equivoca y va mucho más allá que sus dirigentes: aúllan que quiere aniquilar la provincia rebelde y demostrar al mundo que todo aquel que ose insultar a China será castigado.
El peligro próximo, lo hemos dicho, es el de una guerra nuclear. Algo que ocurrirá si Putin se ve perdedor, algo que puede ocurrir si China no se ve ganadora, será la reacción de su especialmente estúpido orgullo oriental. Y entonces, ¿qué hará el senil Yayoyou? ¿Apretar el botón rojo?