- Metámonoslo en la cabeza: la bomba demográfica no consiste en que haya mucha gente sino en que haya pocos jóvenes. Eso es lo que destroza la economía.
- Como buen evolucionista, los darwinianos siempre acaban en racistas puros y duros.
- Los médicos no nos han alargado la vida, nos han alargado la vejez.
Se llama
Adair Turner y no es un don nadie. Ha presidido la Autoridad Financiera del Reino Unido, el supervisor de la banca británica.
Ha publicado un artículo en
El Economista, donde nuestro hombre resucita
Darwin, Malthus y al deán Inge, todo en el mismo plato. Se titula 'el verdadero desafío demográfico' y la tesis se la explico en dos patadas: El problema no está en el envejecimiento de la población sino en la población misma. Ya lo saben:
vuelve la bomba demográfica. Para Turner, la longevidad no presenta ninguna amenaza. Estamos de acuerdo, la amenaza es el envejecimiento de la población, no la longevidad de la persona.
Como todos los darwinianos,
Turner acaba en racismo: porque lo que realmente me preocupa del crecimiento de población es que ocurra en África y Asia, esos tipos negros y amarillos, nacidos menesterosos y llamados, ya lo dijo
Calvino, a la miseria permanente.
Pero claro, asegura Turner, "
la inmigración masiva socava la capacidad de la UE para estabilizar su población". Es decir, que los negros tengan prole no me preocupa, lo que me preocupa es que a esos muertos de hambre me puede quitar lo que a mí, europeo, me sobra.
Pues mire usted. No.
La bomba demográfica no consiste en que haya mucha gente (este planeta y el ingenio humano pueden alimentar a decenas de humanidades) sino que haya pocos jóvenes,
poca maternidad. En definitiva, Turner es otro convencido de que para acabar con el hambre lo mejor es acabar con los hambrientos, especialmente antes de nacer, que es más sencillo.
Estos tipos están convencidos de que
la ciencia alargará la vida del hombre y con un poquito nos traerá la vida perpetua. Se olvidan de que la medicina no nos ha alargado la vida, sino la vejez.
Y este hombre fue el que presidió la
Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido (digamos el inspector bancario londinense porque al Banco de Inglaterra ya sólo le queda la política monetaria). Y qué quieren que les diga: lo que escribe es como para echarse a temblar. Vuelven Darwin y Malthus en su versión más cruel, la que podríamos llamar versión abortera.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com