- Las células madre adultas no matan a nadie y curan.
- Las células madre embrionarias matan embriones humanos, no curan ni un catarro y, encima, provocan tumoraciones.
- Y ojo, esta salvajada zapateril de la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio fue conservada por el PP de Rajoy.
- Y sí: todavía seguimos subvencionando el descuartizamiento de embriones con dinero público.
- Así que menos rollos, doctor, con las controversias políticas.
Veo en 20 Minutos, periódico GP (gratuito y progre):
La medicina hará cada vez menos necesarios los trasplantes. Se jubila el muchacho,
Rafael Matesanz (
en la imagen), y nos vende el, sin duda, exitoso
Centro Nacional de Trasplantes (CNT). Y lo hace bien: antes de mí, la nada; después de mí, la gloria. Lo que no dice es que su famoso centro se apuntó a aquella salvajada zapateril (que el PP, como siempre, ha conservado) de la investigación con células madre embrionarias, es decir, con la matanza de embriones "sobrantes" -el adjetivo tiene tela- procedentes de la
fecundación in vitro (FIV).
Bueno, de hecho, la matanza de embriones la inició el PP y nada menos que con la ministra
Ana Pastor como responsable de Sanidad, ya con Aznar.
Y el PP de
Rajoy, a través de un ministro considerado católico, como
Luis de Guindos, mantuvo a la abortera
Carmen Vela como secretaria de Estado de Investigación, para perpetuar la matanza de embriones humanos. Y el señor ministro de Sanidad,
Alfonso Alonso, otro abortero, emocionadísimo con seguir subvencionando la
manipulación de embriones.
Luego, cuando además de un asesinato colectivo (tenemos tantos), caímos en la cuenta de que la utilización de embriones no curaba ni los resfriados, y que encima producían tumoraciones, sostenella y no enmendalla,
seguimos subvencionando el descuartizamiento con dinero público.
Cosa distinta, bien distinta, es la utilización de
células madre adultas, mejor del propio paciente, como terapia, sobre todo en la fabricación de tejidos y hasta de órganos. Porque esas células madre (segundo apellido) adultas no matan a nadie y encima sí curan.
Pues bien,
Matesanz, uno de los partidarios de la
manipulación de embriones (calificado como células embrionarias, no vaya a ser que alguien caiga en la cuenta de qué estamos hablando), en lugar de rectificar y pronunciar eso tan bonito de "nos equivocamos", insiste en el error y en el horror: "
Las células madre van a servir para retrasar la evolución de la enfermedades y crear órganos artificiales".
¿Qué células madre, don Rafael, las adultas o las embrionarias? No lo dice. No sea oblicuo, porfa.
Pero encima, insiste: "
El Centro Nacional de Trasplantes debería encargarse de la coordinación de las células madre, pero no nos dejaron por cuestiones estrictamente políticas, porque eran motivo de controversia".
Una falsedad y una verdad interesada y retorcida como una viruta. Claro que eran motivo de controversia.
Controversia entre la vida (células madre adultas)
y la muerte (células madre embrionarias). Y una falsedad, porque fueron cinco centros, entre otros el del venerable
Bernat Soria, que iba a curar la diabetes (y no ha curado ni su propia vanidad personal), a los que se otorgó poder y dinero para destruir embriones. Entre ellos, a un departamento conexo al suyo,
Doctor Matesanz, y orgánicamente dependiente de usted, aunque el CNT adquiriera vida propia (quizás porque tenía por objeto dar vida, no destrozar embriones humanos).
Lo que ocurrió fue mucho más sencillo: el
desastre de las células madre embrionarias en todo el mundo –insisto, una barbaridad que acabó en desastre- hizo que usted se refugiara en los trasplantes. Le felicito por ello, pero usted también colaboró por intento de acción y/o por omisión palmaria, en… una salvajada que acabó en estafa médica. O sea, que ni controversia política ni perrito que nos ladre, doc.
Porque las
células madre adultas sí han funcionado y están funcionando, sí han tenido muchos éxitos; las células madre embrionarias han matado embriones y no han curado ni un catarro. Eso es la única verdad y el resto es dorar la píldora. Una píldora venenosa, por cierto.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com