Pablo Hernández de Cos afronta los últimos meses como gobernador del Banco de España
Los seis principales bancos españoles, los que cotizan en el Ibex, ganaron 6.676 millones de euros en los tres primeros meses del año y pulverizaron los registros del año anterior, que ya fueron elevados. Lo hicieron, además, de una manera sana, es decir, gracias al negocio típico bancario que en la cuenta de resultados queda reflejado en el margen de intereses y las comisiones.
No han tenido que hacer cosas muy originales ni emprender campañas agresivas para captar clientes, porque el factor determinante han sido los tipos de interés fijados por el BCE.
En este contexto de euforia bancaria, el Banco de España ha hecho varios llamamientos para que sean prudentes y destinen una parte importante de esos beneficios a aumentar capital y provisiones. Me dirán que ese es su papel, como el de la madre que advierte a su hijo del frío en la calle y le insta a abrigarse.
Uno de los últimos avisos se produjo con la publicación de la Memoria de supervisión, a mediados del mes de abril, en la que el organismo que preside Pablo Hernández de Cos les instaba a “planificar cuidadosamente sus provisiones y su capital y aprovechar el crecimiento de los beneficios para aumentar sus niveles de solvencia”.
Sin embargo, por las declaraciones de los banqueros en las presentaciones del primer trimestre, todo hace indicar que las entidades seguirán como hasta ahora, es decir, ignorando al BdE, y destinarán los beneficios de 2024, aún más abultados que los de 2023, a pagar dividendo y a recomprar acciones, con el objetivo de retener a los actuales inversores y atraer a los que no lo son.
Hay que entender a los banqueros: después de casi una década, el negocio típico bancario ha vuelto a ser negocio y tienen que aprovechar para recuperar el terreno perdido en bolsa, que es mucho. Y todavía hay muchas entidades que no lo han recuperado.
Otrosí: el buen banco no es el que tiene mucho capital sino el que tiene poca morosidad, y ahí están cumpliendo con creces. Además, después de tantas alertas, el repunte de impagos no se ha producido y cada vez se ve más remoto.
¿El Banco de España? Cumple su papel llamando a la prudencia, pero ya está. No hay que verlo como una advertencia seria y mucho menos como una amenaza. Los bancos siguen a lo suyo y en 2024 superarán los 23.000 millones de 2023. Si no sucede nada extraordinario, claro.
Por cierto, muy atentos al relevo de Hernández de Cos, en junio y a la relación del nuevo gobernador (¿nombrado por Sánchez?) con el sector.