- Por tanto, ni la ocultación oriental ni la impudicia occidental, ambas reprobables.
- En materia de pudor femenino, ¿quién tiene razón, las occidentales o las moras en sus reproches mutuos?
- La respuesta es terrible: las dos.
- A la mujer se le pide discreción porque la sabiduría y la capacidad de amar se le presupone.
Ocurrió en
Palma de Mallorca y las redes sociales han dado cuenta de ello. Se trata de una musulmana, bien oculta tras el textil, que se pone a recriminar a unas 'chonis' de la zona… faltas de textil:
-¡Guarras, os van a violar!
A lo que las 'chonis' responden:
-¡Mora de mierda! ¡Vete a tu casa!
Tan sólo ofrezco un resumen sucinto del acontecimiento, mismamente
un día después de que el Tribunal de Estrasburgo dijera que
se puede prohibir el Niqab, o tapadera con la que las musulmanas ocultan todo salvo los ojos, pues sin los ojos resulta especialmente difícil andar por las calles, como saben muy bien en la ONCE.
¿Ha hecho bien el Tribunal? Sí, pero no tiremos las campanas al vuelo. Veamos: el cuerpo de la mujer es discreto, no secreto.
Si lo muestras demasiado ocultas el alma, lo conviertes en un trozo de carne. Si lo ocultas, sobre todo el rostro, la expresión,
ocultas también tu alma.
La solución adecuada es la modestia, también en el vestir, y así lo han entendido todas las civilizaciones. Y las que no… pues
no son civilizaciones. Los clásicos hablaban de la mujer discreta, no porque la condenara al silencio (esa es una interpretación tan necia que sólo puede defenderla una feminista), sino porque
a la mujer se le presume una dignidad, una capacidad de amar y una sabiduría que nadie atribuye a un varón por el hecho de haber nacido varón.
Lo que pierde a la mujer es, el 90% de las veces,
su manía por ser el centro de atención de quienes le rodean. De ahí la discreción. Y cuando pierde la discreción, no solo pierde el encanto, sino
también la lucidez. Por las mismas, el exhibicionismo es la antítesis de la elegancia.
Por tanto, ni la ocultación oriental
ni la impudicia occidental, ambas reprobables.
Por cierto, ¿quién tenía razón, la mora o las 'chonis'? La respuesta es la peor de todas las posibles: las dos. La mora tenía razón cuando afirmaba que muchas occidentales van hechas unas guarras y las otras tenían razón en que
la pureza es algo mucho más serio y profundo que la largura de la falda.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com