El seminarista bielorruso nos marca el camino. Vista nocturna de Minsk
Ocurrió tras el derrumbe del comunismo en Bielorrusia. Aunque aún continúa siendo una dictadura, lo cierto es que con la Perestroika y la caída del Muro se dejó de perseguir a los católicos y, más o menos, se permitió el culto. Se reabrió el seminario de Minsk y entonces fue cuando se dejó caer por allí un joven que dijo quería ser cura.
En la primera entrevista le preguntaron por Dios:
–Sí –respondió el zagal–, es una cuestión que siempre se presta a debate, pero todo el mundo sabe que Dios no existe.
Lo peor del comunismo no fueron los asesinatos de cuerpos, sino que hirieron las almas. Con la caída del Muro se disparó la 'New Age'
Supongo que, con cierto pitorreo, el examinador le preguntó que, si Dios no existía, por qué quería ser sacerdote. Y, como si se tratara de lo más normal, le respondió que le atraía mucho la cosa de la religión, los salmos y la liturgia que le habían contado de forma clandestina. Vamos que al chaval le atraía lo espiritual, lo numinoso.
Nunca he visto una definición tan certera de la ola del New Age (Nueva Era), ese nuevo gnosticismo profundamente espiritualista, que nos invade. Todo es tan numinoso, tan espiritual, tan elevado, como hortera y clasista.
Nada más contrario al espíritu que el espiritismo, nada más contrario al cristianismo que el gnosticismo y el panteísmo
Chesterton decía que 9 herejías de cada 10 eran espiritualistas y sólo una materialista. ¡Qué razón tenía!
Hitler era un pagano y el pagano no me preocupa. Es sólo una bestia a la que hay que enfrentarse con armas y destruirla. Pero el comunismo era mucho más sutil, porque no hablaba en nombre de la fuerza, sino de la justicia. Sin embargo, Stalin es el responsable del asesinato de 40 millones de personas, los de Mao Tse Tung ni se calculan, mientras que Hitler se quedó en 7 millones de personas. Sin embargo, ni Stalin ni Mao han sufrido un Núremberg.
De cada 10 herejías, 9 son espiritualistas y una materialista (Chesterton)
Lo peor del comunismo no fueron los asesinatos de cuerpos, sino que hirieron las almas. Y claro, con la caída del Muro se disparó la New Age.
Nada más contrario al espíritu que el espiritismo, nada más contrario al cristianismo que el gnosticismo y el panteísmo. Nada más vicioso y peligroso que esas almas sensibles de la New Age.
El seminarista bielorruso nos marca el camino.