- Hay islámicos empeñados en adelantar el trabajo para el juicio final.
- La multiculturalidad está muy bien, pero convertirles al cristianismo sería mucho más útil.
- Claro que para que el europeo convierta al islámico primero debe convertirse él.
- O al menos, obligarle a respetar al país de acogida.
- Puede que el islam no sea sinónimo de violencia pero, por el momento, con la inmigración llegó el terrorismo.
- Los sirios huyen hacia Europa y no hacia la riquísima Arabia Saudí, donde se odia al occidental rico pero no se desean musulmanes pobres.
- ¿Aún así la postura cristiana es de fronteras abiertas? Mismamente.
Los
cristianos lo pasaremos fatal el día de la Resurrección. Lo dicen los
musulmanes. Antes del día final, el propio Jesús bajará a la tierra para echarnos una bronca de mucho cuidado, nada menos que bajo la acusación de blasfemia, por haberle convertido en
Dios, en lugar de esperar siete siglos más a la llegada de Mahoma, el verdadero enviado del verdadero Dios, si ustedes me siguen.
Y es que, como muy bien explicó el profeta, dios es único y los cristianos hemos introducido el politeísmo con esa quisicosa de las tres personas distintas en una
Santísima Trinidad. Cosa maléfica, sin duda.
Lo malo es que algunos musulmanes han decidido adelantar el trabajo por su cuenta y riesgo para la cosa del
final del mundo. Es lo mismo que ocurría con los marxistas: el materialismo histórico y dialéctico se iba a cumplir de forma inexorable, dictamen del materialismo dialéctico y del histórico, al alimón, pero tampoco pasa nada si le ayudas un poquito con la revolución en la calle y ese tipo de cosas.
Pero volvamos a los mahometanos. Desde entonces, algunos islámicos, no los marxistas, se dedican a masacrar cristianos, para quitarle trabajo a Jesús de Nazaret en su Segunda Venida.
El segundo problema del
fundamentalismo musulmán y del
terrorismo vigente en Europa es que los pueblos cristianos ya no lo son y ya no creen en la Santísima Trinidad. Como mucho, creen en los valores, que es algo así como el viejo indígena que cambiaba oro feo por cristales brillantes.
Además, los valores de los que habla el
progresismo suelen ser
valores bursátiles y el pecado que contraviene a dichos valores se llama delito fiscal y es perseguido por la moderna inquisición: Hacienda y los reguladores del mercado.
En esta nueva moral occidental, cuando la bolsa sube el creyente se santifica, mientras que cuando baja le acometen serias dudas de fe.
Pero esos vaivenes poco importan a los musulmanes que han evitado el financismo a costa de la
plutocracia directa (inteligentes que son) con unos sátrapas que amontonan el dinero mientras envían a sus impecunes al infiel europeo para que se los alimente. Los islámicos
tienen prohibida la usura, es decir, el interés, pero no las comisiones, que es lo mismo aunque con un nombre bien distinto y mas elegante.
A fin de cuentas, si son pobres y miserables, oiga, por algo será. En cualquier caso, por eso los sirios huyen hacia Europa y no hacia la riquísima Arabia Saudí. Donde se odia al occidental rico pero no se admiten musulmanes pobres.
Y todo esto viene a cuento de que, o se les enseña cristianismo o no respetarán nunca el cristianismo y por tanto, no respetarán nunca a la Europa que les ha acogido.
¿Y aún así habla usted de fronteras abiertas? Sí, continúo hablando de fronteras abiertas. El mal no es el que viene de Siria, el mal radica en la
tibieza cristiana del español y del europeo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com