Y al final llegó a Oslo. Sabremos cómo pero aún no lo sabemos. Corina Machado, la opositora venezolana, Premio Nobel de la Paz, llegó tarde pero llegó. Y se merece el galardón más que nadie, sin duda alguna.

Corina es valiente. Merece la pena apoyarle.

El régimen violento de Nicolás Maduro no sabe cómo acabar con ella. A los tiranos siempre les ocurre lo mismo cuando se enfrentan a su peor enemigo: alguien que está dispuesto a morir pero no a matar. Si ahora mismo el régimen mata o encarcelar a Corina, podría pasar cualquier cosa.

Pero, ojo, Corina es una líder-contra. Quiero decir que se ha hecho famosa por su enfrentamiento a lo que hay: nadie tiene claro en qué consiste su programa de cambio, salvo en acabar con el chavismo. Espléndido y loable propósito sin duda, pero el problema de los líderes-contra es que, cuando consiguen sus loables propósitos, acabar con una tiranía, tienen que tener una alternativa, algo que ofrecer. Yo al menos, eso no lo veo claro en Corina. A lo mejor hay que preguntárselo. Por el momento, aplaudir a una mujer valiente, ejemplo para los venezolanos y vergüenza del Sanchismo y el Zapaterismo, los grandes dedensores de Maduro.