Iberdrola, BBVA, ACS, Gestamp, Ferrovial, Mercadona... casi todo el IBEX y, aun más importante, la empresa familiar, continúan esperando la caída de Pedro Sánchez pero ya, como diría Pepe Mota, 'sin ansia'.
Lo que hacen es paralizar las decisiones de inversión en España mientras las disparan en el extranjero. Además, empiezan a actuar a la italiana, donde la política económica del Gobierno importa poco, pero... sin fanatismos.
Hay dos tipos de gran empresa: las nacionalizadas, como Telefónica o Indra, que están al a deriva ante la ausencia de timonel y las privadas, que han decidido no mojarse ni en la ducha y vivir al margen de Moncloa. Salvo las reguladas, claro está
En paralelo, en política, la sentencia del Tribunal Supremo sobre la condena al fiscal general del Estado ha desatado el enfrentamiento civil entre españoles. ¿Cómo van a confiar en la justicia si los jueces progresistas votan siempre en la misma dirección y los jueces conservadores votan juntos en dirección contraria? Es entonces cuando surge la pregunta maldita: si esto es así, ¿para qué sirve la justicia y para qué sirve la ley, es decir, el Estado de Derecho?
Con su cinismo habitual, Pedro Sánchez asegura que Álvaro García Ortiz, ha sido condenado por "decir la verdad". Oiga eso es propinar la bofetada mirando hacia otro lado, eso es acusar al Tribunal Supremo de prevaricador.
Es igual, en la España de Sánchez vale todo, hasta que RTVE convierta la tarde y noche del martes en un festival anti-Ayuso.
Y una de las pocas verdades pronunciadas durante la noche fue la de la propia Isabel Díaz Ayuso: no se puede utilizar el Fiscal general del Estado para atacar a un adversario político, especialmente a uno por el que Sánchez siente verdadera obsesión.
La inversión española en España está bajo mínimos. Las grandes empresas españolas, al menos las que pueden, se marchan al extranjero. Aquí sólo invierten las firmas chinas, con el entusiasta propósito de colonizarnos
¿Y el mundo económico? Tiene mucho que perder si se enemista con el Gobierno así que ha decidido 'pasar' del Gobierno.
En España ya hay dos tipos de empresarios: los que sirven a Moncloa, que ha iniciado un proceso de nacionalización silente con Telefónica e Indra, y un grupo de empresas, preferentemente familiares, que se esfuerzan por vivir al margen de la actividad política. No resulta un espectáculo gratificante. es el escenario propio de un país que vive con miedo a las represalias de La Moncloa, un país en el que el sector público no es neutral, sino depredador.
¿La consecuencia económica? Que la inversión española en España está bajo mínimos. Rafael del Pino se ha convertido en un personaje a imitar. La empresa española invierte en el extranjero. Aquí sólo invierten las firmas chinas, con el entusiasta propósito de colonizarnos. Bueno y los especuladores financieros, pero eso no es inversión industrial.
La España paralizada no es un alegato contra Sánchez. Recuerden: la vileza de Sánchez no sería posible sin el envilecimiento del pueblo español, ligado a su progresiva descristianización.
En todo caso: una economía paralizada. No es una buena noticia.











