Sobre pacifismo y otras violencias.
El pacifista es pacífico mientras se salga con la suya. Detienen a Puigdemont y los separatistas catalanes se dan a la violencia.
Al tiempo, en Lavapiés, los muy pacifistas chicos de Podemos utilizan la desesperación de los manteros para imponer el miedo en Lavapiés. Los pobres negros que sobreviven en la miseria se sienten galvanizados por el diputado don Pablo y demás compañeros revolucionarios y como estos manteros nada tienen que perder, empiezan a acosar a los vecinos del barrio y a enfrentarse a la policía. Doble ventaja: Iglesias no arriesga su bello rostro mientras provoca un gueto en pleno centro de la capital. Un gueto violento y un pelín ácrata. Si de algo saben los comunistas es de manipular a los anarquistas en su favor.
Los ‘pacifistas’ de Podemos crean un gueto en Lavapiés… y los que arriesgan la cara son los negros y los policías
El gueto urbano representa el inicio de la revolución, ya lo creo.
En Cataluña tres cuartos de lo mismo: somos pacifistas mientras nos dé la razón, que en el presente caos, como la independencia es una quimera que ni ellos mismos desean, consiste en exacerbar su narcisismo para estar siempre en el proscenio.
Resumen: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, no hay perdón sin arrepentimiento
Vamos, que los indepes son pacíficos mientras se salgan con la suya. En cuanto detienen a su héroe -héroe huido, como el cobarde que es- se vuelven violentos.
Recuerden, la descolonización sangrienta y cruel del siglo XX la provocó el rey del pacifismo, señor Gandhi.
Porque no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, no hay perdón sin arrepentimiento.