Si Yolanda Díaz persigue a los autónomos que no pagan sus cuotas también debe perseguir al mantero que ni se plantea pagarlas
Resulta una contradicción 'in terminis' que la vicepresidenta del Gobierno de España, a la par que ministra de Trabajo, aplauda al presidente del sindicato de manteros. Un miembro del Gobierno debe ejercer la justicia a través de la legalidad. Si no lo hace a través de la ley no debe disfrutar de las prebendas de tal alto cargo, lo que debe hacer es meterse en una ONG y desvivirse por los manteros.
Porque es la misma ministra que luego envía a su cuerpo de inspectores a ensañarse, sin piedad alguna, contra el autónomo que tiene un trabajador sin contrato, con contrato precario... quizás porque no tiene dinero como para pagar las altísimas cuotas sociales que le impone doña Yolanda.
El mantero es ilegal, y un insolidario con el resto de los empresarios y trabajadores que sí pagan sus impuestos.
Así, que, doña Yolanda, menos demagogia: o ambos o ninguno. Si perseguimos la economía sumergida también hay que perseguir a los manteros. Y si no, pues no persigamos a ninguno de los dos. Eso de ser ministra y onegera a partes iguales... es una injusticia.
La ministra de Trabajo de España aplaudiendo al portavoz del Sindicato de Manteros. Esto no ocurre en ningún país del mundo. pic.twitter.com/lH1J6wkg93
— Juan (@juanLR_r) April 18, 2021
Además, los comunistas siempre hacen lo mismo: cuando les interesa para mantener su poder, aplican la justicia -justicia meramente igualitaria, dicho sea de paso-, cuando les interesa, exigen la legalidad a ultranza. Y su interés es siempre el mismo: mantener el poder, permanecer en el cargo de ministro, que es lo que más aman en este mundo.
Y siempre, siempre, socialistas y comunistas perpetran su justicia social con el dinero de los demás, con el dinero del contribuyente. Y con éste, con el pagano, son terribles.
Socialistas y comunistas siempre aplican su justicia social con el dinero de los demás, con el dinero del contribuyente
Le queda muy bien señora Díaz eso de aplaudir a los manteros. Pero tenga usted cuidado al andar: tiene una caradura tan enorme que podría pisarse su propio y bello rostro. Y eso duele.