No me gustan las fiestas comerciales, y el 19 de marzo, Día del Padre, y el primer domingo de mayo -Día de la Madre- lo son. Encima, este día de la Madre de 2022, coincide con el 1 de mayo, que ya no es la fiesta del trabajo sino la juerga del sindicalismo subvencionado con el dinero de todos.

No me gustan porque lo que no es tradición es plagio, o algo peor: es moda. Además, las fiestas litúrgicas, al menos las que tiene su origen en la liturgia católica, hacen hincapié en el origen de la celebración. Ejemplos: la Semana Santa en la pasión de Cristo Redentor; la Navidad en la Encarnación de Dios. Por contra, el Día del Padre nos habla poco de paternidad y el Día de la madre poco de maternidad.

En cualquier caso, siempre es bueno celebrar lo relevante para que no deje de ser relevante. 

El feminismo imperante, y agobiante, odia dos cosas: la virginidad y la maternidad

Voy a empezar a celebrar el Día de la Madre, por al menos por dos razones:

1.Porque en el siglo XXI hay que tener muchos redaños para ser madre. Para ser madre de familia numerosa ya ni les cuento. Sólo está al alcance de mujeres muy mujeres, es decir, con heroica capacidad de servicio. No, desgraciadamente no hay muchas.

2.Porque el feminismo, la atmósfera imperante y agobiante, es lo más opuesto a la maternidad. De hecho, el feminismo odia la maternidad. Primero porque odia la procreación. A la feminista le gusta el sexo sin procreación y, en tal caso, la procreación sin sexo. En plata: el feminismo odia dos cosas: la virginidad y la maternidad. 

Recuperemos la maternidad y la paternidad: antes que hermanos somos hijos... y padres

Además, el feminismo no deja de alentar el peor defecto de la feminidad, la quejumbrosidad, cuando la maternidad supone justamente lo contrario: entrega sin límite a un bebé, ese personaje del que hay que estar pendiente todo el día, cada hora, cada minuto.

Así que al menos son dos las razones para empezar a celebrar el Día de la Madre y hacer que la moda se convierta en tradición. 

Además, conviene recuperar cuanto antes la paternidad y la maternidad. O las recuperamos o se va a freír espárragos la raza humana. Somos una raza porque hay padre y madre, y la fraternidad -o amor entre hermanos- nunca podrá sustituir a la relación entre el padre y la madre, con sus hijos. Antes que hermanos somos hijos... y padres.