Durante su coloquio con el alcalde de Madrid y candidato del PP a la Alcaldía, José Luis Martínez-Almeida y Navascués, su antiguo jefe, José María Aznar, soltó una perla de lo más pertinente. Siendo presidente del Gobierno (1996-2004) Aznar sufrió cuatro atentados contra su vida. Uno de ellos consistía en lanzar un misil contra su avión, que el aire se ha convertido en la tentación favorita del magnicida. Lo curioso es que el susodicho misil lo tenía guardado un concejal batasuno en dependencias del ayuntamiento guipuzcoano de Lizarza. Señal de que lo consideraba un buen escondite.

Llevado de esta 'anécdota', hasta hoy desconocida, Aznar ha retratado la situación actual en lo referente a la polémica sobre los 44 etarras incluidos por Bildu en sus listas electorales. Polémica que crecía el pasado miércoles, en el Congreso, con un Sánchez pidiendo, con mucha educación, a la bilduetarra Merche Aizpurúa, que los asesinos sean más considerados con los asesinados y sus familias. Porque, claro, no está bien visto en una democracia que la gente ande, o bien pegando tiros en la nuca o bien jactándose de haber pegado tiros en la nuca. Y luego, como traca final, presumiendo de que, después de todo, pegar tiros en la nuca, resulta un tanto humillante y, por tanto, en pro de mi acendrada humanitarismo, no asumiré el cargo de concejal para no herir sentimientos, que yo, concejal batasuno democráticamente elegido por el pueblo,  soy de los que nunca niega un buen funeral a mis víctimas.

Cierto: lo de Pedro Sánchez es de un cinismo aplastante y apestante, o sea, hediondo. Ahora bien, el principio que debe para sanar las heridas en Vascongadas es el lanzado por San Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz del año 2002, ya mencionado: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón... y el perdón, ojo, es sólo para el que lo pide, porque sin arrepentimiento el perdón resulta baldío. 

Lo de Batasuna no llega ni al primer escalón, a los deseos de paz. Se jactan de sus crímenes y sus seguidores también. Encima, Otegui se jacta del gran esfuerzo democrático... hombre empieza a resultar ligeramente insultante. Ni el PNV lo considera oral. En efecto, la historia de la ETA se resume en la vileza de los malnacidos de ETA y Batasuna y en la cobardía interesada del PNV. Y ahora, como capítulo extra, en el cinismo de Pedro Sánchez. Seguramente, los socialistas asesinados por ETA no piensen igual que el actual presidente del Gobierno.