Sr. Director:
No están solos los sacerdotes. Cumplen muy bien su misión mediadora ofreciendo la Misa, aunque lo hagan en capillas solitarias. No es necesario que el pueblo esté presente físicamente o a través de los medios tecnológicos porque es a Dios a quien el sacerdote ofrece la Misa. Ciertamente a los fieles les ayuda en su piedad ir a Misa y sin ella su fe se enfriará fácilmente, pero lo esencial es que Dios recibe la gloria del sacrificio de su Hijo que se renueva. El pueblo necesita ante todo que se celebren Misas, no que haya mucha gente en ellas.
Los sacerdotes interceden por el pueblo que tienen encomendado celebrando la Misa, y esta es eficaz por el efecto sacramental, el cual es independiente de la presencia del pueblo. Es oportuno que las Misas se llenen de fieles y hay muchos sacerdotes que hacen enormes esfuerzos para ir a pueblos o capillas y facilitar la asistencia a Misa. Dios les dará el premio a su sacrificio. Y también hacen muy bien los sacerdotes celebrando la Misa solos, en la época extraordinaria de una pandemia o en otras ocasiones o etapas de la vida en que esto ocurre. Dios les dará el premio, aumentado quizá por su rectitud de intención, porque lo hacen por dar gloria a Dios e interceder por el pueblo, sin nada a cambio.
La Misa del sacerdote solo que vemos estos días es muy triste, pero en lo humano. A Dios le da mucha alegría.