Sr. Director:
Suecia fue el primer país del mundo en autorizar jurídicamente el cambio de género hace ya 50 años, en 1972. Esta medida abrió además el camino para que los costes de la reasignación de género fueran asumidos por su seguridad social. Sin embargo, en los últimos meses el país nórdico ha decidido rectificar decisiones recientes y ha suspendido los tratamientos hormonales en menores de edad ya que, según las autoridades suecas, estas terapias han causado déficit de atención, autismo o problemas de alimentación en los jóvenes, entre otros múltiples desórdenes. Además, por supuesto, del altísimo riesgo de arrepentimiento posterior, ya destacable porcentualmente en aquellos que pasaron por el proceso en los últimos años.
Gran Bretaña ha seguido el mismo camino, en una decisión que casi causa una crisis constitucional. Escocia había aprobado en su parlamento una ley que rebajaba de 18 a 16 años el derecho a optar al cambio de género, sin necesidad de presentar un informe médico que avalase una disforia de género. Ante esta situación, el gobierno británico ha vetado la norma tras una valoración “minuciosa y cuidadosa de todos los consejos relevantes y las implicaciones políticas”. De este modo, el ejecutivo ha impedido que el proyecto de ley en Escocia sea ratificado. Es que rectificar es de sabios