Sr. Director:
Una de las impepinables consecuencias que traerá la futura Ley Trans, superadora del ancestral dictadura del sexo binario de hombre y mujer, será la de colocar en situación de jaque mate al deporte femenino de competición, que se verá invadido y dominado por quienes manifiesten sentirse mujeres, pero compitan con ADN, cuerpo, hormonas, fuerza y capacidades físicas de hombres. No obstante, aplicando en este ámbito los postulados de la ideología de género, cabrían dos opciones: o suprimimos la separación de categorías deportivas de modo que haya sólo una y única que acoja a todos los géneros, y que cada cual se las apañe como pueda; o establecemos tantas categorías como supuestos géneros construidos o en construcción (parece que por ahora vamos por treinta y tantos). Lo malo de la categoría única es que, analizando las marcas obtenidas en las competiciones realizadas según el caduco y paternalista modo binario, y exceptuando algunas disciplinas exclusivamente femeninas, lo previsible es que vencieran muy mayoritariamente los sujetos considerados arcaicamente como hombres. Ante tan grosera prueba de supremacismo masculino impuesto por la injusta naturaleza, sólo cabría la segunda opción, que es mucho más plural, diversa y divertida que las periclitadas y aburridas categorías deportivas binarias.