La inmoralidad sexual consiste en separar sexo y amor y en el otro divorcio consiguiente: entre sexo y procreación. De ahí salen todas las conclusiones necesarias para transitar por la vida. Todo lo demás viene por añadidura y, más menos, por puro desmadre, si ustedes me entienden. Pero el asunto empieza por ahí, por la trivialización de las relaciones sexuales. Tampoco es tan difícil. Por otra parte -sí, directamente relacionado con lo anterior-, a la juventud actual no le falta diligencia, lo contrario de la pereza, lo que falta es fortaleza. Son muy blanditos. Y para unir sexo y amor se necesita gente recia, ellos y ellas. Hispanidad redaccion@hispanidad.com