Un alumno asesina, a puñaladas, a su profesora en un instituto de San Juan de Luz, localidad francesa fronteriza con España
Ninguna excusa para el alumno que ha asesinado, a puñaladas, a su profesora en un instituto de San Juan de Luz, localidad francesa fronteriza con España y que los vascos consideran País Vasco francés. Muchos etarras han pululado por sus calles.
Y sí: es una muestra fehaciente de la falta de respeto hacia el profesor que existe en la educación europea actual. Del resto de los hechos me sorprenden dos cosas: la primera, que el asesino -disculpen: presunto asesino- tenía 16 años, un petimetre. Segundo, que declaró a la policía estar "poseído". Hombre, tanto los locos como los poseídos, -por los espíritus malignos- abundan pero ni los primeros suelen ser conscientes de su locura ni los segundos son muy conscientes de su mal.
En cualquier caso, ninguna justificación para la canallada: lo único que hay que pensar es en que estamos en un continente de bestias donde un adolescente de 16 años es capaz de asesinar a su profesora. A lo mejor le había suspendido. Debe ser castigado duramente.
Ahora bien, si analicemos las razones del descrédito de los maestros, el asunto da para otras reflexiones. Porque la perdida de respeto al enseñante ni empezó a ayer ni es culpa ni causa, de forma exclusiva del alumno. Es un proceso que viene de atrás. Sobre la escuela actual -y sobre las enseñanzas medias- y sobre la universidad. Cabe hacerse las siguientes reflexiones:
Si el profesor no cree que exista la verdad, ¿qué verdades va a enseñar? Si pone en solfa cualquier tipo de principios... practicará una enseñanza sin principios.
Y si se trata de mostrar datos al alumno, la máquina lo hará mucho mejor: tiene más datos que el profesor y éste deja de ser necesario.
Además: si el profe no cree en nada, ¿por qué pretendemos que el alumno crea en el respeto debido a su profesor-superior?
Y si el profesor pertenece a una generación que ha impugnado la disciplina como algo castrante, que reduce la personalidad y la creatividad del alumnado, ¿podemos esperar que el alumno sea disciplinado y no un insufrible impertinente?
Hablo en general, porque lo de San Juan de Luz, por su salvajismo, rompe todos los moldes. Pero de lo que sí estoy convencido es de que, en la falta de respeto del discente hacia el docente, que constituye una de las claves del actual fracaso educativo en Europa, la culpa es del discente... y también del docente. El profesor que no cree en nada no puede educar en nada, y el que cree en bestialidad educará en la bestialidad. No toda la culpa es del alumno.
Dicho esto; sea el asesino castigado con la mayor severidad. Sus 16 años no son excusa atenuante sino monstruosidad alarmante.