La sentencia del Tribunal Constitucional y el posterior rechazo por parte del Congreso del plan soberanista de Artur Mas, han cegado definitivamente cualquier vía legal para este desafío.
En una sesión en el Senado, Mariano Rajoy invitó a CiU a usar la imaginación para buscar una salida al callejón en que se ha metido, empujado por sus aliados de la izquierda radical.
Esta invitación de Rajoy sitúa la cuestión en el único terreno donde es posible dialogar: una propuesta alternativa a un imposible referéndum, que no debe partir del presidente del Gobierno, sino de quien ha planteado el problema.
Una hipotética reforma de la Constitución solo será posible con un acuerdo mayoritario de las dos cámaras legislativas. Y en todo caso dicha reforma sólo tendría sentido para reforzar nuestro sistema democrático, favorecer la cohesión social y colocar a España en las mejores condiciones para abordar los retos del siglo XXI. Para todo ello sería necesario volver al espíritu de consenso que alumbró la Constitución de 1978 y del que tanto se ha hablado últimamente, tras el fallecimiento de Adolfo Suárez.
Los nacionalistas catalanes, que se implicaron en la gran tarea del 78, deben decidir ahora si prosiguen con el secesionismo, o contribuyen a una nueva etapa de prosperidad y convivencia. Ahí se sitúa el reto a la imaginación que lanzaba Rajoy.
JD Mez Madrid