Las grandes superficies irrumpieron en el mercado con importantes ventajas para los consumidores: se pueden encontrar todos los productos en el mismo espacio y con una gran variedad pero, sobre todo, con precios más baratos en determinados productos.
Para ello, las grandes superficies han presionado a los proveedores para que bajaran sus precios. En principio se trataba de obtener margen, después los supermercados renunciaron al margen y utilizaron a las marcas de prestigio como gancho para atraer a los clientes y poder colocarles después otros productos. El último caso es la denuncia de los agricultores andaluces a Carrefour, a quien acusan no ya de vender sin margen, sino de ventas a pérdidas, una práctica que sí sería ilegal.
Antes que los proveedores los primeros afectados fueron los pequeños comercios, que no podían presionar para que les suministraran productos más baratos y acababan cerrando. Ahora que las grandes superficies solo pueden competir entre sí, el modelo se agota porque ya no se puede apurar más el margen.
La solución para los supermercados en Europa ha sido convertirse en proveedores en unos casos y forzar la creación de marcas blancas en otros. Ante esta última estrategia ya hay marcas que se anuncian advirtiendo que no fabrican para terceros. La otra opción para las grandes superficies ha sido reconocer que el modelo está agotado en Europa y trasladarse a Asia, donde el mercado está aún por explotar. Hasta que el gran comercio lo explote.
Mariano Tomás
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