El miedo llegó hace unos días, en una tarde aún soleada, cuando los medios de comunicación nos contaron que una enfermera que había atendido al hermano Miguel Pajares y al hermano Manuel García Viejo, se había contagiado con ébola.
El miedo llegó en forma de psicosis, en forma de imágenes de la ficción que superan con creces la realidad, y llegaba para quedarse.
Entonces, quienes habían alabado la labor de los misioneros, los empezaron a acusar, principalmente en las redes sociales que se escudan tras el anonimato, de traer el ébola a España, de poner en riesgo la vida de todos los españoles por salvar la suya que, como hemos llegado a leer, ya estaba perdida de antemano.
El argumento tiene mucho de inhumano. Porque lo lógico es cuidar al que lo necesita. Y no haber traído a esos dos misioneros, quizá habría salvado a la enfermera española del ébola por un tiempo limitado. Pero los estudios epidemiológicos dejan muy claro que será cuestión de meses que, por otras vías, el ébola llegue a Europa.
El miedo ha sido el que ha llevado a demasiadas personas a criticar lo que España ha hecho con sus dos misioneros contagiados de ébola. Es solo el miedo, porque el miedo es ignorante e irracional. Por cierto, también es misionera la hermana Pacience, cuya sangre está sirviendo para tratar a la enferma.
Jesús D Mez Madrid