Sr. Director:
Observando la realidad de la vida, todos nos encontramos frecuentemente con personas que sufren por distintas causas: enfermedad, muerte de alguien cercano, pérdida de trabajo, ruptura de relaciones, etc.
Pues bien, la solución que se propone en muchos casos es medicalizar la vida, o sea, tratar los problemas a base de fármacos. Y no mucho más allá suelen ir algunos tratamientos psicológicos que basan su intervención en conseguir un cambio de conducta o un cambio cognitivo utilizando eficaces técnicas. Se intenta eliminar la tristeza o el síntoma negativo que presenta una persona para que recupere un bienestar meramente sensible. Se ha producido una patologización de sentimientos naturales y adaptativos que han de seguir un curso y, naturalmente, esta persona debe ser apoyada y acompañada pero no convertida en enferma.
No puede negarse la importancia y necesidad de algún fármaco y de determinadas técnicas psicológicas en casos concretos pero no debe olvidarse algo importante: la propia persona y su crecimiento como tal, su reestructuración biográfica.
Según parece, las llamadas psicoterapias existenciales y las psicoterapias humanistas son las que han dado pasos para superar estos reduccionismos y mostrar lo positivo de cada ser humano desde donde puede darse un tratamiento integral que conduzca a la persona a crecer responsabilizándose claramente de su vida.
Hay profesionales cada vez más convencidos de la definitiva aportación que puede hacer la antropología personalista a la psicoterapia. Me ha resultado clarificador leer un libro, que puede considerarse pionero, del filósofo e investigador Xosé Manuel Domínguez Prieto titulado "Psicología de la persona".
En la tercera parte, se expone un novedoso concepto: "infirmidad", o sea, el modo inadecuado de vivir como persona. El autor explica cómo a la "infirmidad" se llega por elegir falsos caminos para realizarse como persona o por no vivir los adecuados.
Se podría aportar este ejemplo: una conducta adictiva puede ser definida desde la psicología como un comportamiento en el que la persona se muestra dependiente, presentando un síndrome de abstinencia cuando no puede satisfacer la adicción concreta de la que se trate, con un impacto negativo en su vida diaria.
Pero, como afirma Domínguez Prieto, esta conducta "puede ser también entendida como un comportamiento personal en el que se produce una huída de la realidad y de sí mismo, que es símbolo, signo y señal de una pérdida de sentido existencial y de carencias personales profundas, así como una identidad provisional mientras no toma su vida en sus manos."
Creo que es oportuno citar un párrafo del libro de J.J. López Ibor "La agonía del psicoanálisis" Dice lo siguiente: "Todo problema psicoterapéutico y aún médico se enlaza con la concepción del ser humano y, por tanto, esconde un adarme de filosofía. La psicoterapia no usa jamás una técnica pura, como la gastrectomía; dispondrá de técnicas pero no se agotará en ellas…Deberíamos hacer, quizá, un examen de las doctrinas antropológicas actuales y tratar de extraer los materiales útiles para el futuro de la psicoterapia".
Victor Frankl, suficientemente conocido como psiquiatra, como persona de gran solidez humana y como creador de la logoterapia, estudió cómo la ausencia de sentido existencial da lugar a variadas manifestaciones neuróticas, como la ansiedad, y a una degradación de la vida personal.
Su libro "El hombre en busca de sentido" es todo un testimonio de cómo el ser humano puede crecer y superar lo más adverso, aunque se encuentre en un campo de concentración, en condiciones infrahumanas.
Es una quimera buscar en las terapias la ausencia total de tensiones, el equilibrio definitivo y una experiencia del llamado "nirvana" que se ofrece en muchos talleres, en determinados libros de autoayuda y en cursos de orientalismo.
Victor Frankl reconoce los condicionamientos físicos, biológicos y sociales de cada persona pero afirma que ésta es capaz de hacerles frente. Explica "hasta que punto la persona puede permanecer incondicionada a pesar de toda condicionalidad."
No cabe duda de que el ser humano no es dueño de todo lo que le sucede pero sí es dueño de reaccionar adecuadamente ante lo sucedido. Somos seres libres y responsables, quizá condicionados pero nunca determinados. Todos tenemos necesidad de encontrar un sentido a nuestra vida para evitar el vacío existencial. Y, en cualquier etapa de la vida, esto está a nuestro alcance.
Carlota Sedeño Martínez