Un verano más las cadenas de televisión se han saltado a la torera su propio Código de Autorregulación para evitar contenidos televisivos no aptos para niños, y a la hora de diseñar sus parrillas no han tenido respeto por la audiencia infantil.
En nuestra sociedad toda faceta de la actividad empresarial está regulada legislativamente, excepto los contenidos televisivos. Las empresas que se dedican al negocio de la televisión no quieren intromisiones y los contenidos, que son su mercancía, los autorregulan ellas.
¿Se imaginan, por ejemplo, a los transportistas rechazando controles de límites de velocidad o de carga alegando que ellos se autorregulan? Esto que es inimaginable en cualquier actividad empresarial es una realidad en el negocio de la televisión. Sin criterios éticos, sin pautas morales, con el único fin de ganar mucho dinero, no es extraño que las televisiones funcionen de manera, digamos poco civilizada.
Con respeto a la libertad de expresión y sin censuras, seguro que hay fórmulas inteligentes para mejorar los contenidos de las televisiones.
José Murillo
ajmenviar@hotmail.com