El presidente del Proyecto Varela, el cubano Oswaldo Payá, ha sido amenazado de muerte por impulsar el plan de diálogo del proyecto de transición de cubana. No es la primera vez que Payá sufre la presión del Gobierno cubano, pero esta vez parece que la amenaza es más seria.

 

Payá anunció el martes 25 que las comisiones gestoras del Proyecto Varela habían comenzado a dialogar sobre el modelo de transición a seguir. La base del diálogo es una especie de borrador de Constitución que contempla la regulación del ejército, la moneda, la relación con el dólar, los derechos políticos y económicos de los cubanos en el exilio, el punto final, la responsabilidad de los funcionarios del régimen castrista, etc.

 

El modelo de transición es el modelo español de construir la democracia sobre las instituciones del anterior régimen. El problema –según los expertos jurídicos que han analizado el documento- es que el Estado de Derecho franquista no es equiparable a la dictadura castrista. En cualquier caso, se trata de una "excusa" para que por vez primera el pueblo cubano comience a hablar de política y a definir su propio futuro. Algo insoportable para los agentes de seguridad del régimen que pinchan los teléfonos y encarcelan a los disidentes. El Proyecto Varela tuvo 25.000 adhesiones en el interior de la isla. Una nutrida red que ha comenzado ya a elaborar el diálogo que tanto inquieta al régimen.

 

La reacción de Castro ha sido convocar una reunión con la disidencia. La pasada semana tuvo lugar un encuentro con representantes de dicha disidencia en un intento de dar una imagen de normalidad política. Destaca la figura de Gutiérrez Menollo, "la cara oficial de la disidencia", que acusa a Payá de crispar las relaciones políticas en la isla y obligar a sus seguidores a ser detenidos para rentabilizar políticamente su "secuestro político". Algo impensable para quienes conocen a Payá, que, por cierto, recibió el premio Sajarov.