La caída de ventas de automóviles con motivo de la crisis levantó a los fabricantes para que el Gobierno apoyara al sector. Al principio, el Ejecutivo se resistió, después implicó a las comunidades autónomas y a los propios fabricante en un plan de ayudas que enseguida empezó a resucitar a los turismos. Pero las quejas continuaron porque la recuperación en términos interanuales no les acababa de llegar, así que había que mantener las ayudas.
En enero nos encontramos con la primera subida intermensual en el precio de los automóviles: dos décimas, que suavizan una caída interanual del 5,6% ¿En qué quedamos? ¿Puede el sector atraer la demanda o necesita ayudas públicas? Si con ayudas públicas los precios comienzan a subir resulta que son las empresas, y no los consumidores, quienes se benefician. Si suben los precios, ¿se puede interpretar esto como un buen indicador y pensar en retirar ya las ayudas públicas?
Si de lo que se trata es de revitalizar al sector, a las subidas de precios se suma la del IVA del 16 al 18%, que anulará los esfuerzos realizados desde las administraciones y devolverá a la industria del automóvil a la crisis. Lo que se esperaría recaudar con la buena marcha del sector puede convertirse en una sangría al consumidor para subsanar el despilfarro de dinero público. Y después, vuelta a empezar.
Rodrigo Martín
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